El pasaje de las Escrituras de hoy dice que si el pecado de un hermano sale a la luz, debemos restaurar a esa persona con amabilidad y examinarnos a nosotros mismos. Primero debemos examinar nuestra propia fe. En las iglesias cristianas que no tienen el Evangelio del agua y el Espíritu, suele haber una serie de normas denominadas «disciplina de la Iglesia». En estas iglesias, cuando un miembro o alguien que ocupa un cargo comete un pecado, se abre un tribunal y se toman medidas disciplinarias. Así que según la gravedad de la ofensa, en el caso de los cargos, se pueden adoptar medidas como la suspensión, el despido, la destitución y la expulsión, y en el caso de los seglares se puede sancionar con una reprimenda, una amonestación, suspensión de la comunión y la expulsión.