Al tener a Cristo como su Salvador, el apóstol Pablo renunció a todas las cosas y las consideró carentes de todo valor en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús; el linaje, la nacionalidad, la cultura, el prestigio, la educación, la religión, los logros personales (todo esto lo abandonó como razón de gloriarse), es decir, dio la espalda a cosas que siempre había sido instruido que debía valorar en gran manera.
(Fil 3:8 [RV1960]) Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,