El mundo menosprecia, miente y engaña, muchas veces duele aún más cuando ese menosprecio proviene de la propia familia. Tu valor no depende de la opinión de los demás, ni de lo que piensas de ti mismo, tu valor te lo dio quién te creo, quien te dio vida, dando la suya en sacrificio, mostrando así su amor por la eternidad. De Dios proviene tu identidad. La Biblia nos lo advierte en Juan 10:10, el ladrón no vino sino para hurtar, matar y destruir, sin embargo Dios vino darnos vida, y en abundancia.