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¿Alguna vez has intentado sostener una postura de Yoga con tanta fuerza que terminas temblando y perdiendo el equilibrio?
O al revés, ¿has estado tan relajado que simplemente te desplomas?
Esto que vives en tu antideslizante es un reflejo perfecto de cómo navegas la vida: o te aferras con tanta fuerza que todo se vuelve una lucha, o te relajas tanto que pierdes el rumbo. O te conviertes en esa persona que siempre tiene que tener razón y controlar todo, o en esa otra que evita cualquier conflicto y nunca dice lo que piensa. O eres de los que aprietan los puños hasta que todo duele, o de los que se desvanecen ante la primera dificultad.
Pero el Yoga nos enseña que hay una tercera vía, una forma más inteligente de movernos por el mundo.
Sthira significa firmeza, estabilidad, fortaleza constante. Sukha significa facilidad, comodidad, dulzura, alegría. Asanam se refiere a la postura.
La traducción completa sería: ‘La postura debe ser firme y cómoda’ o ‘El Asana debe tener estabilidad y facilidad’.
Parece simple, ¿verdad? Pero estas pocas palabras contienen una sabiduría que va a revolucionar tu práctica y tu vida.
Cuando Patanjali habla de sthira, no se refiere a rigidez. Se refiere a esa cualidad de montaña que tienen algunas personas: están ahí, sólidas, inquebrantables, pero no inflexibles. Es como un árbol con raíces profundas que puede doblarse con el viento sin romperse.
Sukha, por otro lado, viene de ‘su’ que significa bueno y ‘kha’ que significa espacio. Literalmente significa ‘buen espacio’. Es esa sensación de amplitud, de respirar bien, de que todo fluye naturalmente.
Y aquí viene lo que cambia todo: estos dos conceptos no son opuestos, son complementarios. No es firmeza o facilidad, es firmeza y facilidad al mismo tiempo.
Fijaos en Virabhadrasana II. Tus piernas están fuertes, firmes, como pilares. Eso es Sthira. Pero tu torso está en calma y tu respiración fluye. Eso es Sukha.
Es la paradoja más hermosa del Yoga: cuando dejas de luchar excesivamente contra la postura, cuando dejas de apretar los dientes y tensar los músculos que no necesitas, encuentras una estabilidad mucho más profunda y duradera.
Es como la diferencia entre agarrar algo con el puño cerrado hasta que te duelen los nudillos, o sostenerlo con la fuerza justa, con presencia pero sin violencia. Hay una elegancia en esto que no puede explicarse, pero se siente.
Pero aquí es donde se pone realmente interesante, porque esta dualidad de Sthira y Sukha no solo funciona en tu esterilla.
Es el mapa perfecto para navegar la vida.
¿Cuántas veces has confundido ser firme con ser duro? ¿Cuántas veces has pensado que para mantener tus límites tenías que convertirte en una muralla, impenetrable y fría?
Es como ese jefe que es claro con sus expectativas pero no es un tirano. O como esa amiga que te dice las verdades difíciles pero lo hace desde el amor, no desde el juicio.
Por otro lado, suavidad sin debilidad significa que puedes ser flexible, empático, abierto al cambio, sin perder tu rumbo, sin que te manipulen, sin desaparecer en las necesidades de otros.
Porque fijaos lo que pasa: cuando vamos demasiado hacia el extremo de sthira sin sukha, nos convertimos en personas rígidas, controladoras, que agotan a otros y se agotan a sí mismas. Es esa dureza que al final se quiebra porque no puede adaptarse.
Pero cuando vamos demasiado hacia Sukha sin Sthira, nos convertimos en personas que dicen sí a todo, que no tienen límites claros, que se desbordan emocionalmente y no pueden sostener nada a largo plazo.
El arte está en encontrar tu fuerza suave: esa capacidad de ser como el bambú, que es increíblemente fuerte pero también flexible. Que puede soportar tormentas porque sabe cuándo doblarse y cuándo mantenerse firme.
En tus relaciones, en tu trabajo, en tus decisiones diarias: ni bulldozer ni felpudo. Firmeza con facilidad. Determinación con gracia. Límites claros con corazón abierto.
La próxima vez que estés en tu antideslizante, pregúntate: ¿dónde estoy luchando innecesariamente? ¿Dónde puedo soltar sin perder estabilidad? Y luego lleva esa pregunta contigo fuera de la esterilla.
Porque el Yoga no termina cuando enrollas tu antideslizante. Sino que empieza ahí.
¿Quieres pasar de hablar de la fuerza suave a vivirla de verdad y convertir las palabras en experiencia? Apúntate al Curso de Yoga para Gente Normal y empieza a practicar con nosotros en un curso que no solo es de Yoga sino que es de plena transformación.
¡Nos vemos dentro!
– – – – –
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La entrada Sthira y Sukha: La fuerza suave aparece primero en CallateyhazYoga.
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¿Alguna vez has intentado sostener una postura de Yoga con tanta fuerza que terminas temblando y perdiendo el equilibrio?
O al revés, ¿has estado tan relajado que simplemente te desplomas?
Esto que vives en tu antideslizante es un reflejo perfecto de cómo navegas la vida: o te aferras con tanta fuerza que todo se vuelve una lucha, o te relajas tanto que pierdes el rumbo. O te conviertes en esa persona que siempre tiene que tener razón y controlar todo, o en esa otra que evita cualquier conflicto y nunca dice lo que piensa. O eres de los que aprietan los puños hasta que todo duele, o de los que se desvanecen ante la primera dificultad.
Pero el Yoga nos enseña que hay una tercera vía, una forma más inteligente de movernos por el mundo.
Sthira significa firmeza, estabilidad, fortaleza constante. Sukha significa facilidad, comodidad, dulzura, alegría. Asanam se refiere a la postura.
La traducción completa sería: ‘La postura debe ser firme y cómoda’ o ‘El Asana debe tener estabilidad y facilidad’.
Parece simple, ¿verdad? Pero estas pocas palabras contienen una sabiduría que va a revolucionar tu práctica y tu vida.
Cuando Patanjali habla de sthira, no se refiere a rigidez. Se refiere a esa cualidad de montaña que tienen algunas personas: están ahí, sólidas, inquebrantables, pero no inflexibles. Es como un árbol con raíces profundas que puede doblarse con el viento sin romperse.
Sukha, por otro lado, viene de ‘su’ que significa bueno y ‘kha’ que significa espacio. Literalmente significa ‘buen espacio’. Es esa sensación de amplitud, de respirar bien, de que todo fluye naturalmente.
Y aquí viene lo que cambia todo: estos dos conceptos no son opuestos, son complementarios. No es firmeza o facilidad, es firmeza y facilidad al mismo tiempo.
Fijaos en Virabhadrasana II. Tus piernas están fuertes, firmes, como pilares. Eso es Sthira. Pero tu torso está en calma y tu respiración fluye. Eso es Sukha.
Es la paradoja más hermosa del Yoga: cuando dejas de luchar excesivamente contra la postura, cuando dejas de apretar los dientes y tensar los músculos que no necesitas, encuentras una estabilidad mucho más profunda y duradera.
Es como la diferencia entre agarrar algo con el puño cerrado hasta que te duelen los nudillos, o sostenerlo con la fuerza justa, con presencia pero sin violencia. Hay una elegancia en esto que no puede explicarse, pero se siente.
Pero aquí es donde se pone realmente interesante, porque esta dualidad de Sthira y Sukha no solo funciona en tu esterilla.
Es el mapa perfecto para navegar la vida.
¿Cuántas veces has confundido ser firme con ser duro? ¿Cuántas veces has pensado que para mantener tus límites tenías que convertirte en una muralla, impenetrable y fría?
Es como ese jefe que es claro con sus expectativas pero no es un tirano. O como esa amiga que te dice las verdades difíciles pero lo hace desde el amor, no desde el juicio.
Por otro lado, suavidad sin debilidad significa que puedes ser flexible, empático, abierto al cambio, sin perder tu rumbo, sin que te manipulen, sin desaparecer en las necesidades de otros.
Porque fijaos lo que pasa: cuando vamos demasiado hacia el extremo de sthira sin sukha, nos convertimos en personas rígidas, controladoras, que agotan a otros y se agotan a sí mismas. Es esa dureza que al final se quiebra porque no puede adaptarse.
Pero cuando vamos demasiado hacia Sukha sin Sthira, nos convertimos en personas que dicen sí a todo, que no tienen límites claros, que se desbordan emocionalmente y no pueden sostener nada a largo plazo.
El arte está en encontrar tu fuerza suave: esa capacidad de ser como el bambú, que es increíblemente fuerte pero también flexible. Que puede soportar tormentas porque sabe cuándo doblarse y cuándo mantenerse firme.
En tus relaciones, en tu trabajo, en tus decisiones diarias: ni bulldozer ni felpudo. Firmeza con facilidad. Determinación con gracia. Límites claros con corazón abierto.
La próxima vez que estés en tu antideslizante, pregúntate: ¿dónde estoy luchando innecesariamente? ¿Dónde puedo soltar sin perder estabilidad? Y luego lleva esa pregunta contigo fuera de la esterilla.
Porque el Yoga no termina cuando enrollas tu antideslizante. Sino que empieza ahí.
¿Quieres pasar de hablar de la fuerza suave a vivirla de verdad y convertir las palabras en experiencia? Apúntate al Curso de Yoga para Gente Normal y empieza a practicar con nosotros en un curso que no solo es de Yoga sino que es de plena transformación.
¡Nos vemos dentro!
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