La inteligencia artificial y el entorno digital están acelerando todo, pero ¿vale la pena vivir con esa presión constante?
En este episodio te cuento cómo liberarte del ruido, entender qué información tomar y qué soltar, y por qué no necesitas abarcarlo todo para avanzar.
No todo es para ti. No todo vale tu atención.
Y soltar esa presión también es avanzar.
Hola, hoy vamos a hablar acerca de la presión de la inteligencia artificial. De liberarnos de esa presión.
Cada cierto tiempo hay saltos tecnológicos. Antes se daban cada 20 años, más o menos, y ahora ocurren cada seis meses. Dado el avance de la inteligencia artificial, creo que esos saltos serán cada vez más frecuentes.
Cada vez que hay un salto tecnológico —estamos ahorita en la revolución de la información— hay un tiempo en que las cosas deben adaptarse. Pero esa adaptación no sucede de inmediato, y menos cuando la sociedad apenas se está ajustando y ya viene otro salto tecnológico.
Si hablamos del internet, vemos que hay demasiada información. Cada quien se educa a sí mismo. Antes, el conocimiento se transmitía casi exclusivamente de persona a persona. Era una élite, un sistema cerrado y controlado. Importaba mucho a quién conocías, cómo te veías, cómo te comportabas, y la astucia con la que navegabas la vida.
Gracias al internet, eso cambió. Si no sabías cómo escribir un artículo, lo buscabas en internet y lo escribías. Antes, tenías que leer un libro o buscar a alguien que te enseñara, esperando que esa persona realmente tuviera la voluntad de hacerlo. Había quien no compartía su conocimiento por competencia personal o profesional.
Pero con la revolución de la información, todo está al alcance. Cada quien se educa a sí mismo.
Y con toda esta información, también vino la manipulación: de la biología humana, de la psicología.
Muchas empresas se han dedicado a la publicidad —porque marketing es mucho más que publicidad, mucho más que anuncios en Facebook—, y la publicidad es solo una parte de todo eso.
Antes, cuando las personas hacían publicidad, incluso había libros famosos sobre cómo persuadir y manipular. Y hago un paréntesis: cada vez que alguien se mete con ese tipo de manipulaciones, eso nunca viene gratis. Si eres alguien que hace todo por ganar, probablemente no sabrás perder, y quien no sabe perder se enfrenta a la ansiedad, al control, al enojo.
Hoy, lo que se utiliza para llamar la atención va directamente al sistema nervioso. Se meten con la biología, con la mente, con el corazón, con los ideales de las personas. No sé si me explico: biológicamente, el ser humano necesita que se le retenga la atención cada 7 segundos aproximadamente. Las redes sociales acortan ese tiempo. Están bombardeando el sistema nervioso para mantenerlo alterado, y eso a veces se refleja en ansiedad, en desequilibrio emocional.
¿Alguien tiene un sueño? El publicista o el estratega de marketing lo sabe y diseña campañas basadas en esos sueños o anhelos. Y muchas veces, lo hace sin importar si el producto lo merece o no. Hay quien solo quiere vender.
El punto es que el salto de la inteligencia artificial va a aumentar esa presión. No solo por la cantidad de contenido que se genera —porque si antes una persona escribía cinco artículos en una semana, ahora la IA puede escribir un libro en diez minutos, hacer diseños, páginas web, crear contenido visual y más—, sino también porque esto satura al usuario.
Nos corresponde regularnos: con el tipo de información que consumimos, con el tiempo que pasamos conectados. Parece cliché, pero afecta mucho al sistema nervioso. Y como la información está disponible para todos, no hay una sola persona controlándolo todo, sino muchas personas buscando sus propios intereses y aprendiendo a usar estas herramientas para sus fines.
Lo hacen en función de quién eres tú, de tus anhelos, pero más aún, de tus frustraciones.
Porque el marketing no solo vende desde el deseo: vende más desde el miedo...