Mis hijos, en esta hermosa revelación, escucharemos el mensaje de amor y esperanza que Dios tiene para nosotros. En tiempos de incertidumbre, recordamos que la prosperidad terrenal es pasajera, pero la gloria del Reino de los Cielos es eterna. Seremos testigos de maravillas, ganando almas y compartiendo la fe en Jesucristo. Juntos, con el Espíritu Santo, manifestaremos la abundancia celestial y viviremos una vida transformada. Esta es una invitación a confiar en lo invisible, a actuar con amor y a perseverar en la espera. Al unirnos en oración y amor, veremos cómo el reino celestial desciende sobre nuestras vidas.