Fragmento de una conferencia que dio José Agustin en Cuernavaca, durante un ciclo organizado por Arturo Hernández en el Parque Revolución. Octubre 9 de 1999.

Testimonio de Horacio Caballero - Activista estudiantil de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

Capítulo 4: ¿Por qué me fui de bracero?

 En este capítulo abordaremos lo qué significó para muchos mexicanos irse de braceros a Estados Unidos: dejar la familia, su comunidad y su vida cotidiana, a cambio de una experiencia difícil y azarosa, donde se arriesgaron a sufrir el maltrato, la discriminación y malas condiciones laborales, en no pocas ocasiones a costa de su dignidad y de su vida con la esperanza de un bienestar para sus familias. ¿Qué motivos y circunstancias animaban a estos campesinos para emprender el viaje al norte? Las cosechas que no se daban y las incesantes adversidades que padecían en el campo mexicano, el encarecimiento de lo más básico, y una realidad rural que tardaba en recibir los beneficios de la “modernidad”, son elementos históricos, políticos y económicos que se conjugaron para que el Programa Bracero resultara una opción viable para millones de mexicanos.

Capítulo 3: “La guerra” 

Durante la Segunda Guerra Mundial, entre los trabajadores que eran aspirantes a braceros, se corrían rumores de que al llegar a Estados Unidos serían enviados a luchar como soldados, algunos tuvieron miedo, pero otros decidieron arriesgarse y se convirtieron en braceros. Lo cierto es que, aun cuando estos trabajadores mexicanos no participaron en la Segunda Guerra Mundial, fueron un factor importante para que Estados Unidos saliera victorioso en ese conflicto bélico. Su trabajo en el mantenimiento de las vías del tren y en los campos agrícolas permitieron a Estados Unidos mantener su estabilidad, además de generar efectos positivos en la economía mexicana. En este capítulo exploramos el papel de los braceros durante este importante momento histórico.

Capítulo 2: “El Programa Bracero” – Segunda parte

En esta segunda parte de los orígenes del Programa Bracero se exploran los distintos momentos de las experiencias de los trabajadores mexicanos que laboraron en Estados Unidos entre 1942 y 1964: la situación económica y social que vivían en el momento de partir, las expectativas e ilusiones que los animaron a viajar, los recuerdos del maltrato y la discriminación, el balance entre el sacrificio y la ganancia económica, así como el reclamo actual para recuperar el Fondo de Ahorro que les descontaron como parte del Programa Bracero. Este capítulo también ofrece un panorama de lo que ocurrió con las familias de estos trabajadores y el papel imprescindible de las mujeres. 

Capítulo 1: “El Programa Bracero” – Primera parte

 Este capítulo inicia un recorrido por los distintos momentos del Programa Bracero, 1942-1964. Primero, conoceremos el contexto histórico que le dio origen, así como los efectos que tuvo la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos necesitaba urgentemente sustituir con trabajadores mexicanos la mano de obra que se había ido al campo de batalla. Este convenio laboral binacional, que procuró beneficios económicos para México y Estados Unidos, constituye una experiencia migrante única en la historia. 

Hugo Blanco Galdós

Por Gilberto López y Rivas

ara la generación que se forma políticamente en los años 60 del siglo pasado, Hugo Blanco Galdos era ya un personaje legendario de la lucha de los campesinos indígenas no sólo de su natal Perú, sino de toda nuestra América. En el contexto de la conmoción social que ocasionó el triunfo de la revolución cubana, las andanzas de Blanco en la organización de inéditos sindicatos campesinos que impusieron una reforma agraria desde abajo y a contracorriente de represiones brutales y gobiernos gamonales, eran seguidas con admiración por las y los militantes de la izquierda no reformista de esos años. Hugo Blanco era y siempre ha sido un referente de la entrega a la causa emancipadora. Sin protagonismos ni exaltaciones personalistas ha practicado en su longeva vida, uno de los principios que más distingue a los mayas zapatistas: para todos, todo, para nosotros, nada. En suma, Hugo Blanco es de la estirpe de los “imprescindibles“ que describía Bertolt Brecht, esos que luchan toda la vida.

HUGO BLANCO NACIO DOS VECES - Por Eduardo Galeano

En el Cusco, en 1934, Hugo Blanco nació por primera vez.

Llegó a un país, Perú, partido en dos.

Él nació en el medio.

Era blanco, pero se crió en un pueblo, Huanoquite, donde hablaban quechua sus compañeros de juegos y andanzas, y fue a la escuela en el Cusco, donde los indios no podían caminar por las veredas, reservadas a la gente decente.

Hugo nació por segunda vez cuando tenía diez años de edad. En la escuela recibió noticias de su pueblo, y se enteró de que don Bartolomé Paz había marcado a un peón indio con hierro candente. Este dueño de tierras y gentes había marcado a fuego sus iniciales, BP, en el culo del peón, llamado Francisco Zamata, porque no había cuidado bien las vacas de su propiedad.

No era tan anormal el hecho, pero esa marca marcó a Hugo para siempre.

Y con el paso de los años, se fue haciendo indio este hombre que no era, y organizó los sindicatos campesinos y pagó con palos y torturas y cárcel y acoso y exilio su desgracia elegida.

En una de sus catorce huelgas de hambre, cuando ya no aguantaba más, el gobierno, conmovido, le envió de regalo un ataúd.

Conversación con Roberta Avendaño Martínez, La Tita - Líder de la Facultad de Derecho (UNAM) en 1968

Homenaje a Alcira Soust Scaffo