Tecmesa, preocupada por su esposo Ayax, convence al corifeo -formado por marinos del ejercito de Salamina- de hablar con él y ayudarlo a entrar en razón. Ayax busca un camino fácil para esquivar la desdicha de sus acciónes. Las palabras de Tecmesa, del corifeo y la promesa de ver a Eurísaces, su hijo tranquilizán a Ayax, hijo de Telamón.