Después de más de seis de meses de episodios semanales, nos decidimos a darle un descanso a nuestro público fiel y masoquista. Con este episodio se acaba la primera temporada de Tres Tipos X, y si bien no acostumbramos amenazar a nadie... ¡prometemos regresar!

Siguiendo con nuestra misión de resolver los grandes misterios del universo, en este episodio nos preguntamos si existe la suerte. ¿Tiene suerte el mundo de que Juan exista (como dice Juan)? ¿La vida es una tómbola (como dice Julio)? ¿Encestó Alfonso un balón con el pie y a 300 metros de la canasta (como dice Alfonso)? Las respuestas, aquí.

En este episodio exploramos nuestros miedos más terribles: el hombre de la bolsa, la mano peluda, cero likes en Instagram y, por supuesto, el miedo al ridículo, algo que los Tres Tipos X enfrentamos valientemente en este podcast. 

A pedido del público (o sea, nuestras madres), decidimos invitarlas para que nos cuenten sobre la experiencia de haber engendrado y formado a tres prodigios... y también a los conductores de este show. Esta es nuestra manera de celebrar el Día de la Madre y de multiplicar los números del podcast. ¡Que vengan las hordas de fans!

No, no vamos a dar un concierto. En este episodio hablamos, literalmente, de cuando estuvimos en un concierto; el primero que recordamos, por lo menos. Y, de paso, nos despachamos a hablar de música y analizamos por qué Julio alguna vez quiso tener el peinado de Locomía.

Indigestiones, dolores de cabeza, una que otra cistoscopía, fracturas de peroné... Todos hemos pasado por cosas como estas (o parecidas). En este episodio compartimos esas historias que salen del consultorio de un doctor. ¡Salud!

En esta edición de Tres Tipos X, hacemos un recuento exhaustivo de las frases que nos han ayudado a vivir o, por lo menos, a meter la pata con menos frecuencia. Por ejemplo, no hagas a otros lo que a Alfonso Duro no le gustaría que le hagas a él. Algo así.

Después de hablar de las travesuras nuestras, es hora de hablar de las de nuestros hijos, esas adorables criaturas indisciplinadas que nos hacen pensar que estamos pagando algún terrible castigo. Mentira, los queremos mucho... Pero cómo joden...

Tenemos tantas historias en las que quedamos mal o en ridículo, o en las que simplemente metimos la pata heroicamente, que decidimos armar un episodio para hacer algo útil con ese arsenal de pelotudeces. Aquí van. Enjoy.

Ser un menor de edad es la mejor excusa para mandarnos cagadas que, de otra manera, merecerían la cárcel. Algunos ejemplos salidos de este episodio: incendiar una casa, incendiar un camión, drogar a tus padres... o trepar árboles con siete meses de edad. O eran siete años... O diecisiete... Es que con Alfonso Duro, nunca se sabe.