"En la orilla me esperas"

Hay días en los que uno lo ha intentado todo y no recoge nada.

Días de redes vacías, de rutinas sin sentido, de esfuerzos que no dan fruto.

Este evangelio nos muestra a unos discípulos desanimados, que han vuelto a lo de antes. Están pescando, pero sin Jesús. Y no consiguen nada…

Hasta que aparece Él, al amanecer, en la orilla, y les regala pan, fuego y una pregunta que lo cambia todo: “¿Me amas?”

La canción “En la orilla me esperas” habla precisamente de ese Jesús que no se cansa de esperar, que no echa en cara nuestras caídas, sino que enciende brasas nuevas para volver a empezar.

Nos recuerda que el Resucitado no viene a reprocharnos el pasado, sino a despertar lo mejor que llevamos dentro y a confiarnos una nueva misión: amar, servir, cuidar a otros.

Es una canción para todos los que alguna vez han sentido que su vida se quedó estancada, para los que necesitan volver a escuchar a Jesús decirles:

“Yo te sigo amando, ¿tú me amas?”

“Sígueme”.

Escúchala con el corazón abierto. Puede que hoy Jesús esté también en la orilla de tu historia… y te esté esperando.

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LETRA:

"En la Orilla Me Esperas"

(Canción sobre el encuentro con Jesús Resucitado que transforma el fracaso en misión)

Volví a lo de antes,

sin fuerza, sin fe.

Remé toda la noche

y no pesqué.

Las redes vacías,

el alma también…

Y en la orilla,

tú esperándome.

En la orilla me esperas,

con brasas, con pan.

No traes censuras,

solo tu paz.

Me miras y dices:

“¿Aún me amas?”

El corazón responde:

te quiero, Señor.”

Me cuesta entender

que no miras atrás,

que tu amor me levanta

y me vuelve a llamar.

No soy digno, lo sé,

pero tú me elegiste,

a pesar de mis dudas,

a pesar de mis crisis.

En la orilla me esperas,

con brasas, con pan.

No traes censuras,

solo tu paz.

Me miras y dices:

“¿Aún me amas?”

El corazón responde:

te quiero, Señor.”

Y tus palabras me encienden por dentro,

ya no soy solo un pescador sin aliento.

Ahora apaciento, ahora acompaño,

aunque la vida me lleve al desengaño.

En la orilla me esperas,

con brasas, con pan.

Me llamas de nuevo

a comenzar.

Y yo dejo la barca,

mi miedo y mis redes…

Y te sigo, Maestro…

porque tú me quieres.

En la orilla…

me esperas.

Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! "Entra Aunque Esté Cerrado"

Una canción inspirada en el evangelio de San Juan 20,19-31

Descripción:

"Entra aunque esté cerrado" es una canción que nace del silencio de un corazón herido, del miedo que a veces nos paraliza, y de la esperanza que trae Jesús Resucitado cuando se pone en medio de nuestra vida.

Inspirada en el encuentro de Jesús con sus discípulos tras la Resurrección —y especialmente con Tomás— esta canción es una oración cantada, escrita desde dentro de la realidad de la cárcel, pero válida para todos los que, en algún momento, han cerrado las puertas por miedo, dolor o falta de fe.

Motivación:

Jesús no entra con violencia, ni con reproches. Entra aunque las puertas estén cerradas, entra con sus heridas vivas, con su aliento de paz, con su mirada que sana.

Esta canción quiere acompañar a quienes necesitan volver a creer, a confiar, a respirar hondo y decir, como Tomás: "Señor mío y Dios mío".

Escúchala si…

• Sientes que tus puertas están cerradas.

• Necesitas volver a confiar.

• Quieres experimentar el perdón que libera.

• Deseas vivir la Pascua como un nuevo comienzo.

Comparte esta canción con quien necesita paz, fe y esperanza.

Jesús no se cansa de entrar… aunque tú no abras todavía.

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LETRA:

“Entra, aunque esté cerrado”

Las puertas están cerradas,

el miedo manda en mí,

las dudas pesan tanto

que ya no sé sonreír.

Pero tú entras sin ruido,

te pones en medio y vas

mostrando tus heridas,

hablando de paz.

Entra aunque esté cerrado,

aunque no sepa rezar.

Lléname de tu aliento,

enséñame a confiar.

Si mis manos tiemblan,

muéstrame las tuyas más.

Toca mis heridas, Señor,

que también quiero resucitar.

Tomás dudó del milagro,

y yo también soy así:

me cuesta ver tu rostro

en lo que hay dentro de mí.

Pero vienes con ternura,

no reprochas, das perdón.

Y en tu voz resucitada

late fuerte mi corazón.

Entra aunque esté cerrado,

aunque no sepa rezar.

Lléname de tu aliento,

enséñame a confiar.

Si mis manos tiemblan,

muéstrame las tuyas más.

Toca mis heridas, Señor,

que también quiero resucitar.

No quiero vivir en la penumbra,

no quiero quedarme atrás.

Hoy me abrazo a tu presencia

y dejo de dudar.

Entra aunque esté cerrado,

mi alma quiere tu paz.

Yo te digo con Tomás:

¡Señor mío y Dios de verdad!

No soy digno, pero creo,

y mi historia cambiarás.

Toca mis heridas, Jesús,

que también quiero resucitar.

Toca mis heridas, Jesús…

y hazlas lugar… de paz.
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¿Qué hacer cuando el alma se quiebra? ¿A quién acudir cuando todo parece oscuro?

"En Ti Confío" es una canción inspirada en el mensaje profundo de Santa Faustina Kowalska, testigo de la Divina Misericordia de Jesús. Nació como respuesta espiritual a una conferencia sobre la esperanza que no defrauda, y se convirtió en un canto de consuelo, entrega y fe viva.

Esta canción lleva como corazón la oración que Faustina repetía con fervor: “Jesús, en Ti confío.

”Nos recuerda que no importa cuán profundo sea el dolor o cuán larga sea la noche:

La Misericordia de Dios es más grande.

La esperanza no es una ilusión, es una promesa.

La letra nos lleva por un camino de sufrimiento, confianza, redención y luz, justo como lo vivió Faustina. Nos invita a ser testigos vivos de esa luz en nuestras propias vidas.

Ideal para momentos de oración, adoración, o cuando necesitas volver a confiar.

Usa esta canción como una oración cantada.

Compártela con alguien que necesite esperanza hoy.

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LETRA:

“En ti confío”

En el dolor, en la tormenta,

cuando el alma tiembla sin razón,

una voz resuena en el silencio:

"Confía, hijo mío, en Mi corazón."

Jesús, en Ti confío,

luz que alumbra mi caminar.

Jesús, en Ti confío,

en la noche y en la tempestad.

Tu Misericordia es mi esperanza,

Tu amor no me fallará.

Jesús, en Ti confío,

¡mi alma en Ti descansará!

Santa Faustina nos enseña,

que en la herida vive la luz,

y que en la hora de la Misericordia,

se abren las puertas de la cruz.

Jesús, en Ti confío,

luz que alumbra mi caminar.

Jesús, en Ti confío,

en la noche y en la tempestad.

Tu Misericordia es mi esperanza,

Tu amor no me fallará.

Jesús, en Ti confío,

¡mi alma en Ti descansará!

Aunque el dolor me quiebre el alma,

aunque la sombra me quiera atrapar,

tu Corazón abierto me llama:

"Ven, confía, no temas más."

Jesús, en Ti confío,

luz que alumbra mi caminar.

Jesús, en Ti confío,

mi refugio y mi hogar.

Tu Misericordia es mi esperanza,

mi vida en Ti florecerá.

Jesús, en Ti confío,

¡por siempre en Ti confiará!

Esta canción nace del momento en que Jesús entra en Jerusalén… no como un rey poderoso, sino como un Rey humilde, que llega en un burro, sin armas, sin coronas, pero lleno de amor y deseo de salvar.

Jerusalén no es solo una ciudad. También es nuestro corazón.

Y la pregunta es: ¿Le abrimos las puertas o lo dejamos pasar de largo?

"Entra en mi Jerusalén" es una oración cantada. Es el grito de alguien que, a pesar de sus caídas, quiere dejar entrar a Jesús en su vida, que necesita su luz, su perdón, su fuerza.

Habla de nuestras dudas, de nuestras heridas, pero también del deseo de cambiar, de comenzar de nuevo, de gritar "¡Hosanna!" con la vida, no solo con los labios.

También nos invita a identificarnos con los personajes de la Pasión: con Pedro, con Pilato, con el pueblo… y sobre todo, a reconocer que Jesús viene a nuestro encuentro incluso en medio de esta realidad de encierro. Y viene para quedarse, para transformar.

Así que, mientras la escuchas, abre tu Jerusalén interior.

Deja que Jesús entre en tu historia, porque no viene a condenar… viene a salvar

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Esta canción nace del encuentro más profundo que puede vivir una persona: el encuentro con la misericordia de Dios (Juan 8, 1-11).

Está inspirada en aquel momento del Evangelio en que una mujer, sorprendida en su pecado, fue llevada ante Jesús para ser juzgada. Todos esperaban una condena… pero Él, en vez de lanzar una piedra, ofreció una mirada, una palabra y un nuevo comienzo.

"Tampoco yo te condeno" no es solo una frase de Jesús a aquella mujer. Es una palabra dirigida hoy a ti y a mí. Es el eco del corazón del Resucitado que nos dice:

“No importa tu pasado, tus heridas, tus errores... Yo no te condeno.

Yo creo en ti. Levántate y empieza de nuevo.”

Esta canción quiere ayudarte a dejar atrás la piedra que a veces tú mismo te lanzas: el auto-juicio, la culpa, la vergüenza.

Y también a soltar las piedras que a veces llevamos en la mano contra los demás: el juicio, el rechazo, el desprecio.

Es una canción para mirar a Jesús a los ojos… y escuchar lo que Él realmente dice:

“Yo no vine a señalarte… vine a devolverte el vivir.”

Escúchala con el corazón abierto. Déjate mirar. Y si quieres… hazla tu oración.

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Esta canción no es solo una canción: es una historia que, de algún modo, nos toca a todos. Es la historia de un hijo que se fue, que se equivocó, que pensó que ya no tenía lugar… pero que descubrió algo inmenso: que su padre no se había rendido con él (Lucas 15, 1-3.11-32).

"Vuelvo a Casa" está inspirada en la parábola del hijo pródigo. Pero más que hablar del hijo, esta canción habla del corazón del Padre: un corazón que no se cansa de esperar, que no cierra la puerta, que no juzga, que abraza sin preguntar. Un corazón que organiza una fiesta cuando uno de sus hijos vuelve, aunque venga con las manos vacías.

Muchos podemos sentirnos como ese hijo: perdidos, alejados, arrepentidos, deseando volver a empezar. Y esta canción quiere decirnos algo claro: nunca es tarde para regresar. Siempre hay una mesa preparada, una casa abierta, un abrazo esperándonos.

"Vuelvo a Casa" es un canto al perdón, a la ternura, a la alegría de ser acogidos por un Dios que no mira el pasado, sino lo que aún podemos llegar a ser.

Así que, escúchala con el corazón abierto, y si lo deseas… hazla tu oración.

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Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Compartimos con vosotros una canción que nace de la esperanza, del amor de Dios que nunca se cansa de esperar por nosotros. (Lc 13, 1-9). A veces en la vida nos sentimos estériles, sin fuerzas, como una tierra seca que no da fruto. Quizás hemos cometido errores, hemos tropezado muchas veces y pensamos que ya no hay más oportunidades. Es natural que en la vida pinchemos o nos desinflemos. Pero el evangelio de hoy nos recuerda algo poderoso: Dios no nos descarta. Él nos sigue cuidando, nos riega con su gracia, nos da tiempo para crecer y nos invita a creer que podemos dar fruto. Nos repara y nos infla con su Espíritu.

Jesús nos ve más allá de nuestras caídas. Él cree en lo que podemos llegar a ser. Y por eso, esta canción es un canto a la nueva oportunidad que nos da su amor.

Que cada uno de nosotros, sin importar dónde esté, sin importar su historia, pueda abrir su corazón y decir: "Señor, quiero cambiar, quiero dar fruto, quiero empezar de nuevo, aprovechar la oportunidad”. Os invitamos a escuchar y a hacer vuestra esta canción.

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Canción inspirada en la alegría en medio de la dificultad por la presencia de Jesús. Luz que llena de esperanza todas las situaciones de la vida en las que necesitas guía y consejo. En el fondo subyace el evangelio de la Transfiguración (Lc 9, 28-36), llamando al cambio de vida por medio del fulgor de su presencia alentadora.

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Esta canción nos recuerda que la verdadera alegría no depende de las circunstancias, sino de la presencia de Jesús en nuestra vida. Nos invita a descubrir la luz de Cristo en lo pequeño, a compartir con los demás y a confiar en que la esperanza y el gozo son posibles, incluso en la adversidad. Cuando Él está todo cambia.

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Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! Esta canción nos recuerda que la vida no se trata solo de lo material, sino de la esperanza, la fe y la fortaleza interior que Dios nos da. Inspirada en el tiempo de Jesús en el desierto (Lc 4, 1-13), nos invita a superar las tentaciones, confiar en Dios y encontrar un fin más allá de nuestras circunstancias por medio de la Palabra de Dios.

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