“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Ante las palabras más solemnes que escuchamos de la misma boca del Santo y Eterno Hijo de Dios, debemos reflexionar en el hecho del juicio final, en donde la falsa paz de muchos se acabará