La iglesia puede organizar y participar en proyectos de servicio comunitario, como la limpieza de calles, la distribución de alimentos y ropa para los necesitados, y el voluntariado en hospitales y hogares de ancianos.
La iglesia puede proporcionar asistencia financiera y apoyo emocional a los necesitados en su comunidad, incluyendo personas sin hogar, refugiados, y víctimas de desastres naturales o de violencia.
La iglesia puede fomentar el emprendimiento social al alentar a los miembros a iniciar proyectos que aborden problemas sociales en su comunidad. Esto podría incluir iniciativas que brinden empleo a personas marginadas, mejoren la educación en áreas desfavorecidas o promuevan la sostenibilidad ambiental.
La iglesia puede abogar por la justicia y económica en su comunidad y en todo el mundo. Esto podría incluir la promoción de políticas públicas justas, la defensa de débiles y la lucha contra la discriminación.
La iglesia puede involucrarse en su rol social, emprendimiento y justicia a través de actividades y prácticas que fomenten el bienestar de su comunidad y promuevan valores de justicia.