Probablemente, encuentres los eventos que rodearon el nacimiento de Jesús poco creíbles. Si es así, no eres el único. Pero cuando escuches la historia completa, la historia de fondo, bueno... todo es realmente extraordinario.

Queremos ser personas de "mente abierta", pero naturalmente nos resistimos a las cosas que no podemos controlar o que no entendemos. Entonces, ¿cómo podemos aprender a estar abiertos a cambiar nuestros ideales y creencias, especialmente si podemos estar equivocados en algo? Todo comienza con una simple oración...

Jesús les dijo a sus seguidores que oraran para evitar la tentación. Pero antes de que podamos orar con la conciencia tranquila, hay algunas cosas que debemos preguntarnos primero.

Si Dios ya conoce mis necesidades, ¿por qué rezar? Porque el propósito de la oración es entregar tu voluntad, no imponerla.

En un momento u otro, a todos nos han dicho que debemos orar. Pero, ¿cómo debemos orar? Los discípulos de Jesús tenían exactamente la misma pregunta.

En ocasiones, visualizamos el futuro basándonos en dos opciones extremas sin posibilidades intermedias. ¿Qué pasa si hay una manera de evitar esta mentalidad? ¿Hay libertad y plenitud en esas posibilidades intermedias?

Ya sea que te consideres optimista, pesimista o realista, la realidad es que puedes quedar atrapado en una mentalidad de negatividad. ¿Cómo evitar ser preso de los pensamientos negativos? ¿Es posible una vida sin negatividad?

Puede ser fácil tener pensamientos en los que te conviertas en víctima de la historia. Pero, ¿qué pasa si hay una historia más importante que puede ayudarte a experimentar la libertad a pesar de tus circunstancias?

Nuestras mentes son herramientas poderosas. Mantienen nuestros recuerdos, almacenan información y nos ayudan a interpretar el mundo que nos rodea. Pero nuestra mente también alberga nuestras preocupaciones, sospechas y miedos. Con el tiempo, estas mentalidades pueden dejarnos atrapados. ¿Cómo evitas que una mentalidad se convierta en una trampa mental?

Durante tiempos complicados de nuestras vidas, las preguntas correctas no son: "¿por qué sucedió esto?" o "¿de quién fue la culpa?"... normalmente conocemos esas respuestas. La mejor pregunta: "¿Cómo podemos ayudar?"