Mt 8,5-11:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
- «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
- «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
- «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
- «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
Han pasado ya como ocho meses.
Ni me acuerdo cuando fue exactamente,
pero me parece que llevo así una eternidad.
Postrado.
Sin poder moverme.
Levantándome cada noche a causa de los insufribles dolores.
Fides, mi amo, el centurión, me ha dejado la mejor cama de la casa.
Y, a pesar de todo, el dolor vuelve insistente.
Intento llevarlo lo mejor posible.
Sonrío a todo el que viene a verme.
"No es para tanto les digo".
Lo que más me cuesta es dejarme cuidar.
Dejar que me limpien.
Dejar que me traigan la comida.
Dejar que me ayuden para cualquier cosa.
Necesito a alguien para casi todo.
Eso es lo más complicado.
Y eso, a pesar de sonreír e intentar quitarle hierro al asunto, Fides se da perfecta cuenta de como estoy.
Siempre ha sido así. Conmigo y con todos los que servimos su casa.
Atento. Cercano. Agradable.
Es capaz de hacerse uno de nosotros con tal de ayudar.
Rebajarse hasta el último.
A veces no consigo entender por qué lo hace.
El caso es que nunca falla.
Es un centurión pero, ahí está.
Aguardando. En silencio.
Y todos estos meses se ha desvivido por mi.
Noches en vela.
Ha buscado los mejores médicos.
Ha hecho todos los sacrificios posibles.
Ha preguntado a los galenos de más renombre.
Y nada.
Esta mañana ha salido a ver a un tal Jesús. A un Nazareno que está ganando fama.
Eso me ha dicho uno de los criados.
A ido a pedirle que me curara.
Pobre Fides.
Ya no sabe qué hacer.
No se cansa de buscar.
Sigue creyendo poder mover montañas.
Sigue creyendo que un paralítico puede curarse.
- "Voy yo a curarlo".
- "Me basta tu palabra".
Miro por la ventana. "Pobre Fides" susurro.
Me incorporo.
Mis piernas vuelven a responder.
¿Qué es esto?
¿Estoy curado?
Puedo levantarme!!
Puedo ponerme de pie!!
Camino de nuevo.
Puedo correr, pero quiero arrodillarme.
Gracias Fides.
Gracias Señor.
Creo.