Mt 20, 20-28: Mi cáliz lo beberéis.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
-----------------------------
Estamos subiendo a Jerusalén. El calor seco, alguna cuesta y la falta de agua empiezan a hacer mella. Miro al suelo para no tropezarme, porque mis piernas empiezan a fallarme un poco, al mismo tiempo que voy pensando en mis cosas. Ensimismado.
Escucho una voz de fondo llamándome. ¡Santiago, Santiago! Pero voy tan concentrado en mis pensamientos que por poco no me doy cuenta. Es mi madre, que sabiendo que hoy partíamos de Cafarnaún nos ha preparado algo de comida para llevar.
Todavía no ha terminado con nosotros cuando ella misma se interrumpe al ver a Jesus. Mi hermano Juan adivina que quiere hacer antes de empezar a hablar e intenta frenarla, pero ya se sabe que no hay algo mas imparable que una madre decidida.
Se me cae el alma al suelo cuando hace su petición. ¡Ahora todos sabrán lo que queremos! El resto de apóstoles comienzan a rechistar. Primero Felipe, luego Judas y Pedro y así uno a uno.
Jesús está serio. Aprieta la mandíbula y nos manda a callar. Nos mira uno a uno, hasta pararse en nosotros:
”El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.”
Servidor y esclavo. Justo yo estaba pensando todo lo contrario. No entiendo nada, ¿por qué dice eso?
Sin cambiar el semblante comienza a andar. Juan calma a mamá y la despide con un beso.
Servir al que tengo enfrente, ser esclavo del otro.
Sigo andando sin parar de escuchar sus palabras en mi cabeza. No tienen sentido
Queremos ser reconocidos, vistos, elevándonos por encima de los demás … y u quieres que nos abajemos, que nos demos sin medida, como... bueno...
Como lo haces Tú. Tú que actúas en lo escondido… Tú que quieres servir, que te das sin poner un "hasta aquí".
Exactamente como nos estaba diciendo al comenzar el camino: “Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos”.
Esta es tu loca lógica, Jesús.
Tu ilógica del amor.