Sofía llegó al Centro por una práctica universitaria, sin conocer previamente su existencia. Su experiencia cubriendo eventos y apoyando en actividades literarias le permitió descubrir un espacio valioso dentro de su propia institución.

Para Stefanny y María José han encontrado en el Centro de Cultura un espacio transformador. Para Stefanny, el arte en comunidad cobra vida a través de exposiciones y talleres que ofrecen acceso gratuito a experiencias culturales que, en otros contextos, podrían ser inaccesibles. María José, por su parte, lo ve como un refugio de aprendizaje y conexión humana, un lugar donde las puertas siempre están abiertas, se promueve la escucha y el apoyo mutuo.

Para Julián, el Centro de Cultura es más que un espacio de enseñanza: es un lugar donde se tejen
vínculos humanos. Su tiempo como practicante le permitió conocer una comunidad que comparte
con generosidad su tiempo y conocimientos.

Alejandro llegó al Centro de Cultura en un momento de incertidumbre. No encontraba un espacio donde hacer su práctica profesional y sintió frustración hasta que recibió la oportunidad de ser parte de este lugar. Lo que encontró superó sus expectativas: un ambiente acogedor, lleno de aprendizaje y calidez humana.

Carolina, una adulta mayor del sector de Engativá, ha encontrado en el Centro una nueva pasión por
el bordado, el macramé y la danza. Su experiencia ha sido enriquecedora, rodeada de instructores
pacientes y una comunidad solidaria.

Esperanza, profesora y miembro de la comunidad, ha encontrado en el Centro una fuente de motivación y aprendizaje. Ha participado en  talleres de bisutería, manualidades y pintura, y ha compartido su conocimiento con otros.