Luisa Fernanda W, una de las mujeres más influyentes y resilientes de Colombia habla con total honestidad y sin filtros sobre el duelo por la pérdida de un ser amado, pero también del proceso profundo que la llevó a reconstruirse.

Con una serenidad admirable, Luisa nos cuenta cómo Pipe Bueno, su actual pareja, se convirtió en un pilar fundamental en su camino de sanación. Lo describe como "el amor de su vida" y revela cómo juntos han aprendido a honrar el pasado mientras construyen un presente lleno de amor, complicidad y respeto.

Además, Luisa reflexiona sobre el juicio social que enfrentó cuando decidió volver a enamorarse. Con una claridad profunda, nos recuerda que nadie más que uno mismo puede decidir el tiempo exacto para sanar, para seguir y para amar de nuevo. Su mensaje es contundente: no hay manual para el duelo, ni reglas para el corazón.

En medio de esta conversación íntima, también habla de su maternidad, describiéndola como la experiencia más pura y poderosa que ha vivido. La llegada de sus hijos, ha sido una fuente de amor que le dio un nuevo sentido a su existencia y que la impulsa todos los días a ser mejor mujer, mamá y artista.

Y como si fuera poco, lanza una primicia muy esperada por sus seguidores: ¡va a reactivar su carrera musical! Con emoción en la voz y brillo en los ojos, nos cuenta los planes que tiene para regresar a los escenarios, esta vez con más fuerza, autenticidad y pasión que nunca.

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Margarita Penagos es una madre que no se rinde y alza su voz en un clamor por justicia; ella convirtió el dolor más profundo en una voz poderosa. Margarita es la mamá de Janeth Adriana Miranda, una mujer de 47 años que fue asesinada presuntamente por su pareja sentimental. A un año de su muerte, el caso sigue sin justicia, y el principal sospechoso continúa prófugo.

Margarita cuenta quién era su hija, cómo era su vida y cómo, poco a poco, comenzó a notar señales de alerta que hoy quisiera que ninguna otra mujer ignore. “El amor no mata”, repite con firmeza, recordándonos que el control, los celos, el miedo disfrazado de cariño no son amor, son señales de peligro.

Esta conversación también es un grito que exige acción. Margarita denuncia la falta de respuesta de las autoridades y exige que el caso de su hija no quede impune. El 1 de julio se cumplió un año desde que Janeth Adriana partió, y aún no hay justicia.

Pero en medio de tanto dolor, también hay esperanza. Margarita es hoy una voz que inspira, que lucha, que acompaña a otras mujeres a despertar, a poner límites, a no callar. Esta es una invitación urgente a reflexionar, a actuar y a compartir. Porque vos podés ayudar a cambiar la historia de otras mujeres. Vos podés salvar una vida.

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ara Uribe estuvo al borde del abismo. Vivió una guerra espiritual que casi le arrebata la vida, una oscuridad tan profunda que ni ella imaginó poder atravesar. Fue víctima de energías densas, de traiciones disfrazadas de amistad y de un vacío emocional que parecía no tener salida. En este episodio, se atreve a contar por primera vez cómo el alma también puede enfermarse y cómo se puede sanar.

No solo enfrentó el dolor emocional; una traición financiera por parte de una socia, a quien consideraba amiga, la llevó a una de las quiebras más difíciles de su vida. Lo perdió casi todo, pero incluso en medio de la ruina, Sara encontró la fuerza para seguir. Porque cuando todo se desmorona, lo único que queda es la fe y ella decidió aferrarse a Dios con todas sus fuerzas.

Su hijo Jacobo se convirtió en su faro, en el motivo que la obligó a levantarse cuando ya no tenía energía ni para respirar. Sara se reconstruyó desde el amor, desde la vulnerabilidad, desde el dolor que ya no la derrota sino que la hizo más poderosa. Volvió a nacer, esta vez desde adentro, más consciente, más sabia y más conectada con su propósito.

Este no es solo un testimonio de vida, es un grito de poder. Una invitación a creer que sí se puede volver a empezar cuando todo parece perdido.

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Tatiana Méndez abrazó a su hijo por última vez la mañana del 24 de enero de 2012. Su hijo Santiago, de apenas 13 años, murió tras intentar un reto viral que circulaba en redes sociales. Un juego disfrazado de entretenimiento, pero con consecuencias devastadoras, lo que parecía inofensivo resultó ser mortal.

Desde ese momento, Tatiana comenzó a vivir un duelo profundo, silencioso y constante. Su cuerpo se quebró, su mente se nubló y su alma entró en una batalla diaria entre el dolor, la culpa y la necesidad de seguir adelante. Pero en medio de ese abismo emocional, encontró una luz inesperada: sus gatos. Esos seres de cuatro patas le devolvieron el calor que la vida le había arrebatado.

Tatiana comparte su historia con una honestidad que conmueve.

Nos habla del amor infinito hacia un hijo, de la pérdida más dolorosa, de cómo el cuerpo somatizó lo que el alma no pudo procesar, pero también de la fuerza que puede emerger incluso en el dolor.

Este testimonio no es solo una historia de duelo. Es una advertencia urgente sobre los peligros ocultos que habitan en los teléfonos de nuestros hijos. Es un llamado a prestar atención, a hablar, a educar y a acompañar.

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Melina Ramírez, presentadora y modelo colombiana, comparte su experiencia personal enfrentando los estándares de belleza impuestos por la sociedad y los medios. Durante años, fue reconocida por su imagen física, encasillada como “la mujer más bella”, un estereotipo que, aunque parecía un halago, terminó siendo una prisión emocional que le dejó marcas profundas.

Melina nos cuenta cómo, detrás de las cámaras y los reflectores, tuvo que lidiar con una identidad limitada al físico, mientras en su interior sentía la necesidad de ser reconocida por mucho más: su inteligencia, sensibilidad y fortaleza. En un relato conmovedor, comparte una vivencia de su infancia en la que su madre, en un intento por mantenerla con los pies en la tierra, le repetía que no era la más bella ni la más inteligente, una frase que se le quedó grabada y que, con los años, comprendió y perdonó.

Hoy, desde un lugar más consciente y empático consigo misma, reconoce que su valor no depende de su apariencia y que su historia, como la de muchas mujeres, merece ser contada sin filtros ni poses.

Además, nos deja una reflexión poderosa: los dolores del alma que no se expresan se transforman en dolencias físicas. Por eso, para ella, el proceso de sanación va mucho más allá del cuerpo, también se trata de mirar hacia adentro, ponerle nombre al dolor y abrazarlo con amor para poder soltarlo.

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“Me duele el alma cada vez que recuerdo lo que le pasó a mi hijo”, con estas estremecedoras palabras, Jackeline García describe el dolor más grande que puede vivir una mujer: la pérdida de su hijo. Lo más escalofriante del relato, es que su hijo Salvador, murió a manos de quien alguna vez fue la pareja sentimental de Jackeline y padre del pequeño.

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“El amor, aunque imperfecto, siempre deja huella”, con esta contundente frase, la reconocida actriz colombiana Manuela González deja claro que las relaciones, aunque en ocasiones complejas, entre madre e hija pueden convertirse en cimientos sólidos para reconstruirse después de una pérdida.

A través de una conversación íntima, Manuela narra uno de los momentos más difíciles y transformadores de su vida: la pérdida de su madre a causa de un cáncer devastador. Con una sinceridad que conmueve, Manuela relata el proceso doloroso de la enfermedad, marcado por el deterioro físico y el sufrimiento de su madre, quien en los últimos días ya no podía alimentarse y estaba visiblemente consumida por la enfermedad.

Además, Manuela nos invita a reflexionar sobre el impacto que la muerte puede tener en la vida de quienes se quedan. No se trata solo de la ausencia física, sino de cómo el duelo se convierte en una fuerza transformadora. “Lo que pasó con la muerte de mi mamá me hizo lo que soy hoy”, dice con firmeza, revelando cómo ese dolor la obligó a reconfigurarse, a descubrir nuevas capas de sí misma y a reencontrar su propósito en medio del vacío.

Más allá del dolor, este episodio también es un homenaje al amor, incluso en su forma más imperfecta. Manuela recuerda los gestos, las palabras no dichas y los silencios compartidos que aún resuenan con fuerza en su vida.

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Silvia Cifuentes, una mujer valiente que hoy se atreve a contar su verdad, sin miedo. Con una honestidad conmovedora, Silvia relata cómo el nacimiento de su hija Alicia se vio eclipsado por el duelo tras la muerte de su tía más querida y cómo ese dolor la sumergió en una oscuridad que no supo reconocer: la depresión postparto.

Silvia confiesa que al salir de la clínica solo quería escapar. No podía soportar el llanto de su hija y cada pequeña demanda de la maternidad se volvía insoportable. El oficio de ser mamá no llegó con dulzura, sino con miedo, culpa y confusión.

El momento más crítico llegó una noche, cuando con un cojín en la mano entró al cuarto de su bebé con la intención de silenciarla para siempre. Fue en ese instante que comprendió que algo no estaba bien, que lo que sentía no era normal y decidió pedir ayuda.

Cinco años después, Silvia comparte su historia con el corazón más sano. Pide perdón a su hija, reconoce el amor profundo que siente por ella y nos recuerda que sí es posible sanar. Este episodio es un llamado a hablar sin miedo, a pedir ayuda sin culpa y a recordar que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una salida. Vos podés y no estás sola.

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“Una mamá en duelo está lactando y salvando vidas”, así es como vive su maternidad Valentina Jurado, una joven de 25 años cuya historia dio un giro profundo tras la llegada, -y la partida- de su hija Amara.

Con solo 37 días de vida, Amara falleció a causa de una enfermedad congénita. El dolor de su ausencia dejó una huella imborrable, pero también sembró una semilla de amor incondicional que hoy trasciende el duelo.

Valentina tomó una decisión que conmovió a todos los que la rodean: donar su leche materna a bancos de leche para bebés en cuidados intensivos. Lo hizo con la convicción de que ese alimento, cargado de amor y propósito, podía darles una oportunidad de vida a otros recién nacidos que luchan por sobrevivir.

Lo hizo también como un acto de conexión profunda con su pequeña Amara y como una forma de reafirmar su maternidad.

A través de su voz, Valentina comparte el proceso íntimo y desgarrador de perder a un hijo, pero también la fuerza que brota cuando el amor se transforma en servicio. Nos habla del duelo perinatal, de cómo el cuerpo sigue siendo materno, aunque los brazos estén vacíos, y de la importancia de encontrar un sentido incluso en los momentos más oscuros.

Este episodio de Vos podés no solo es una conversación sobre la pérdida, sino sobre resiliencia y empatía. Es un recordatorio de que el amor de una madre no termina con la muerte, y que incluso en medio del dolor, hay gestos que salvan vidas.

#ContenidoPatrocinado Este episodio llega a ustedes gracias a O Boticário y está dedicado a todas las mujeres que están intentando ser mamás, para que sepan que no están solas en esta experiencia y que a pesar del miedo o el dolor, el amor siempre tiene un plan.

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