El primer poema de la serie "Y de repente, Pessoa." Fue el escrito que comenzó mi camino con este escritor y me mostró —sin todavía detenerse— la lucidez de una persona que no temía a las palabras ni a su propia mente. Tal vez, por el tono de versos, podría sentirse que se trata de una persona que ha perdido el camino o las ganas de encontrar alguno. Pero, luego de volver al poema una y otra vez, año tras año, reencuentro un texto dedicado a la vida y la verdad de que todo es invento nuestro, incluyendo nuestra propia imagen, y por eso, en el fondo, no existen las esperanzas ni los sueños, ni nada, porque lo único real pudiera ser el alma, un bello recipiente vacío que está ya completo en ausencia de todo lo demás. Pessoa —o, mejor aún, Álvaro de Campos— reconoció y habitó esas verdades como pocos. Él vivió como vive el viento.