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Hay momentos en los que el Yoga no se nota. No se ve. Pero está.
Está cuando algo cambia dentro y no sabes explicar por qué. Cuando respiras más lento sin darte cuenta. Cuando dejas de buscar respuestas y, en cambio, simplemente estás.
Este mes quiero hablarte de Yūgen, una palabra japonesa difícil de traducir, pero fácil de sentir.
Yūgen es la belleza de lo que no se muestra del todo. Es ese instante que no puedes capturar con palabras, pero que te deja en silencio, como la sombra que proyecta una vela o el vuelo de un ave al atardecer.
Yūgen está en lo cotidiano, en pequeños detalles del día a día que pasan desapercibidos pero que, al observar con atención, cobran vida de una manera nueva y profunda:
En la brisa que roza suavemente tu rostro al caminar por la tarde.
En el reflejo fugaz del amanecer en un charco después de una tormenta.
En un aroma inesperado que despierta recuerdos dormidos.
En la práctica de Yoga también hay Yūgen, esperándonos, dispuesto a revelarse:
Cuando te detienes en una postura sin intención de corregir nada, y algo en ti se acomoda por dentro.
Cuando, en medio de una secuencia de asanas, surge un instante en que no existe ningún esfuerzo, ninguna resistencia; solo una profunda aceptación.
Cuando no necesitas llegar más lejos, porque por un momento… ya estás.
Cuando permaneces en Savasana y, en ese silencio aparente, sientes que el cuerpo, la mente y la respiración se vuelven uno.
Al sostener un asana y sentir que eres estabilidad, calma y presencia.
En la meditación, cuando se desvanece la sensación del tiempo y queda solo la quietud.
Yūgen no se fuerza. Se permite.
Quizá ese sea uno de los aprendizajes más profundos del Yoga: no todo debe entenderse, no todo debe alcanzarse. Algunas cosas simplemente se habitan, se experimentan, se sienten profundamente sin necesidad de palabras.
Al igual que el tercer Sutra de Patanjali, que nos habla de aquietar las fluctuaciones de la mente para poder reconocer nuestra verdadera esencia, Yūgen nos invita a ir más allá de la mente lógica y racional, llevándonos a ese lugar silencioso donde reside lo esencial.
Te invito ahora a pensar en tu propia práctica y en esos momentos en los que, tal vez sin darte cuenta, has experimentado este misterio profundo.
Quizá ocurrió en un instante fugaz de quietud después de una práctica vigorosa, o en el silencio sutil entre respiraciones profundas durante un pranayama o en la sencillez de la meditación.
Deja que sea Yūgen quien te encuentre. No lo busques; simplemente permite que se revele en tu quietud, en tu respiración, en tu mirada interior.
Te invito a que este concepto japonés impregne tu práctica, tu Yoga y tu día a día, y que te sea útil para encontrar esa unión con lo divino.
Espero que tengas más salud, que estés cerca de las personas que amas y que te sientas seguro y en paz.
Namaste
La entrada Yugen: El arte de intuir lo invisible aparece primero en CallateyhazYoga.
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Hay momentos en los que el Yoga no se nota. No se ve. Pero está.
Está cuando algo cambia dentro y no sabes explicar por qué. Cuando respiras más lento sin darte cuenta. Cuando dejas de buscar respuestas y, en cambio, simplemente estás.
Este mes quiero hablarte de Yūgen, una palabra japonesa difícil de traducir, pero fácil de sentir.
Yūgen es la belleza de lo que no se muestra del todo. Es ese instante que no puedes capturar con palabras, pero que te deja en silencio, como la sombra que proyecta una vela o el vuelo de un ave al atardecer.
Yūgen está en lo cotidiano, en pequeños detalles del día a día que pasan desapercibidos pero que, al observar con atención, cobran vida de una manera nueva y profunda:
En la brisa que roza suavemente tu rostro al caminar por la tarde.
En el reflejo fugaz del amanecer en un charco después de una tormenta.
En un aroma inesperado que despierta recuerdos dormidos.
En la práctica de Yoga también hay Yūgen, esperándonos, dispuesto a revelarse:
Cuando te detienes en una postura sin intención de corregir nada, y algo en ti se acomoda por dentro.
Cuando, en medio de una secuencia de asanas, surge un instante en que no existe ningún esfuerzo, ninguna resistencia; solo una profunda aceptación.
Cuando no necesitas llegar más lejos, porque por un momento… ya estás.
Cuando permaneces en Savasana y, en ese silencio aparente, sientes que el cuerpo, la mente y la respiración se vuelven uno.
Al sostener un asana y sentir que eres estabilidad, calma y presencia.
En la meditación, cuando se desvanece la sensación del tiempo y queda solo la quietud.
Yūgen no se fuerza. Se permite.
Quizá ese sea uno de los aprendizajes más profundos del Yoga: no todo debe entenderse, no todo debe alcanzarse. Algunas cosas simplemente se habitan, se experimentan, se sienten profundamente sin necesidad de palabras.
Al igual que el tercer Sutra de Patanjali, que nos habla de aquietar las fluctuaciones de la mente para poder reconocer nuestra verdadera esencia, Yūgen nos invita a ir más allá de la mente lógica y racional, llevándonos a ese lugar silencioso donde reside lo esencial.
Te invito ahora a pensar en tu propia práctica y en esos momentos en los que, tal vez sin darte cuenta, has experimentado este misterio profundo.
Quizá ocurrió en un instante fugaz de quietud después de una práctica vigorosa, o en el silencio sutil entre respiraciones profundas durante un pranayama o en la sencillez de la meditación.
Deja que sea Yūgen quien te encuentre. No lo busques; simplemente permite que se revele en tu quietud, en tu respiración, en tu mirada interior.
Te invito a que este concepto japonés impregne tu práctica, tu Yoga y tu día a día, y que te sea útil para encontrar esa unión con lo divino.
Espero que tengas más salud, que estés cerca de las personas que amas y que te sientas seguro y en paz.
Namaste
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