El 14 de marzo de 1989, Mark James Kilroy, estudiante de la Universidad de Texas en Austin, fue secuestrado en Matamoros, Tamaulipas, México, mientras estaba de vacaciones durante las vacaciones de primavera. Sus secuestradores lo llevaron a un rancho donde fue torturado y sodomizado durante horas antes de ser asesinado en un ritual de sacrificio humano. Kilroy fue asesinado con un machete y luego le sacaron el cerebro y lo hirvieron en una olla. Luego, sus asesinos insertaron un alambre a través de su columna vertebral, le amputaron las piernas a la altura de las rodillas y lo enterraron en el rancho junto con otras 14 personas que habían muerto allí antes que él. Adolfo Constanzo, el líder de la secta, les dijo a sus seguidores que el sacrificio humano les otorgaba inmunidad frente a la aplicación de la ley para sus operaciones de contrabando de drogas. El asesinato atrajo la atención de los medios de todo el mundo e inició una persecución policial internacional debido a las circunstancias inusuales del crimen.
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