Las navidades mercadológicas, parecen año tras año más difíciles de celebrar, pero la
verdadera navidad, no tiene nada que ver con fiestas ostentosas, grandes manjares o
regalos relucientes. La verdadera navidad, se manifiesta en la sencillez de nuestros
corazones, en nuestra capacidad de amar y perdonar, la oportunidad que le demos a la
alegría de sobresaltar nuestro festejo y hacer realidad el nacimiento de Jesús en nuestras
vidas.