Teresa tiene que defenderse ante el Inquisidor, pero también ante el
público actual. Y gana la batalla. Ayudada en gran parte por la labor de
Clara Sanchís (esta chica cada día se parece más a su madre, Magüi
Mira), que es una Teresa magnética y realiza una labor francamente
espléndida e intensa con este nada fácil texto. Pedro Miguel Martínez,
por su parte, defiende a la perfección el personaje del inquisidor,
dotándole de la dureza justa y el carácter necesario para su labor, sin
caer en arquetipos malvados. El Inquisidor es el alter ego de Teresa, la
versión oficial de la Iglesia ante la que ella se rebela. Un hombre que
interroga, como podríamos interrogar nosotros mismos.
La lengua en pedazos es un espectáculo sencillo en su puesta en escena pero tremendamente complejo en su contenido.