Hay un sentimiento vergonzante en cuanto a esperar que nos amen y que reconozcan que estamos cuidando y amando . Es indudable esperar una respuesta. Pero ¿cómo medir lo que doy amando frente a lo que el otro (a) me da? No hay balanza de precisión que lo determine, más no nos llamemos a engaños: ello se siente y se identifica, cuando digo que se identifica, quiero decir que se hace racional y evidente el hecho de que no nos están amando en la proporción “ deseada” . Si bien el deseo se hace subjetivo e impreciso, es posible tener claro algunos escenarios hipotéticos en los que esperamos gestos espontáneos de la persona amada (que recuerde y celebre tu cumpleaños así como tu lo haces, que ofrezca parte de su tiempo cuando tienes una dificultad… entre muchos gestos apreciables) Los gestos amorosos son oportunidades de decir: estoy aquí y estoy totalmente, no a medias. Las entregas parciales en el amor terminan, tarde o temprano generando insatisfacción. No se cómo entablar la discusión sobre si tu das y demuestras más o menos que yo, lo que si es inminente el hecho de que ese desbalance, se nota si o si.

Conocerse es de alguna manera, estar en zozobra. ¿Este o esta con que irá a salir?, muchos disfrutaran de esa incertidumbre, de esa ruleta rusa que puede salir a favor o en contra. Sin acelerar el proceso de acercamiento, sin obviar la deliciosa seducción y conquista; nada como ser claros y concretos desde el inicio de la relación sentimental. De paso, nos ahorraríamos tanto tiempo, pero, sobre todo, amarnos sin rodeos, nos lleva ser mas asertivos en la comunicación de amantes. Como somos, amamos, así que cultivemos una forma de ser, según la cual, el respeto por el otro, no nos lleve a impresionarle, a deslumbrar y por ello a ilusionar. A veces cuando nos conocemos, nos impostamos, lo digo derivado de la expresión “impostor”, quizás en un primer chat o cita personal, pasa algo risible. Cada uno asume un triple rol, el de seductor (a), el de acorazado(a) que no quiere ser leído y por otro lado el de decodificador que intenta develar a su interlocutor, sorprenderle detrás de su mascara. Ambos se creen tan astutos y se van a casa o cierran el chat creyendo que dominan la escena y que quizás traen loquito o loquita al otro(a). Esta pose parece inminente, sin embargo, me gusta plantear otra posibilidad, aquella según la cual seas real, concreto(a) y desprevenido(a), sin que ello se asocie a crudeza, imprudencia y grosería.

Esto de seducir y las formas en que asumimos atraer y dejarse atraer a veces se parece mas a una escena de depredador y presa. Algo tengo por aclarar, el modo de seducción se hace mas preciso con el tiempo y la madurez, de hecho, se descartan posibilidades y se optimiza tiempo bajo una premisa de detección temprana que el seductor desarrolla para decir: aquí no me desgaste… siguiente. Una vez tenemos claras las prioridades, no desperdiciamos nuestro tiempo ni el del otro (a). Si lo quiero amante sexual, Amante divertido o amante intelectual así le segmento, si le quiero integral (eso de un poco de todo, le busco). A los seductores y seductoras les diré siempre: conócete tanto que sepas a quién buscas, dónde y cómo le buscas.

Olvida la pose, esa se cae fácilmente y mantenerla es un derroche de energía insostenible. Acude a lo básico, se amable al enamorar, atento (a), respetuoso(a) y claro (a).

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Muchos hemos estado enamorados al punto de sentir que nos ganamos la lotería. Hasta nos sobra dinero y le sonreímos a todo el que veamos pasar. Los psiquiatras lo denominan episodios expansivos. Ni más ni menos, aquellos en los que más deberíamos tener los pies en la tierra y tomar decisiones moderadas.  Tocar el cielo, alcanzar el sol con las manos y creer que por fin encontraste el amor de tu vida. La endorfina, oxitocina, dopamina y todas las “inas” que te habitan, solo te están dando una versión acalorada que luego bajará de volumen y llegará a la normalidad. Aguarda un poco antes de jurar o comprometerte para el resto de la vida. Esto puede ser tan solo , un amor de verano. ¡Calma!

Los amantes embelesados son capaces de todo, tanto amor puede quedar conjurado por la desidia o el engaño . No es exagerado decir que el muy enamorado o la muy enamorada, son ávidos de acompañamiento, de vigilancia y hasta de intervención; ante la posibilidad de que el extravío del concepto del amor, así como la locura, conlleve a la inconsciencia.

Esto de amar, no es cómo llegué, amé y triunfé. Amar en pareja supone reconocer nuestros límites y capacidades. Un antecedente amatorio sirve para corregir lo que fui y no funcionó como amante. Los tres tiempos (pasado, presente y futuro) nos definen como amantes. El pasado puede ser mejorado en el presente. Desde luego, el futuro nos permitirá ser una mejor versión. Desde luego que se puede hacer del amor una técnica, pero ante todo un “modo limpio” de relacionamiento. La conciencia permanente de nuestra historia amorosa es una información valiosa 

Planteémoslo así. Suceden cosas en apariencia extraordinarias entre dos que coinciden en rasgos o que casualmente se miraron a los ojos fijamente la primera vez. No obstante esa “magia” o suceso inexplicable de los encuentros entre dos, no suelen garantizar el que estaban hechos el uno para el otro y que la sintonía permanezca. El amor exige que previamente nos dispongamos y optemos por abrirnos para dar y recibir, para sorprendernos y hasta desconcertarnos. En el amor todo puede ser posible siempre que conscientemente tengamos determinación y no lo dejemos todo al blanco, rojo o negro de la ruleta. Enamorarse es un punto medio entre apostar a lo incierto y administrar capacidades, actitudes y situaciones. No dejes el amor al destino.

Quizás por ser un tema cultural y dejar el aprendizaje sobre cómo amar a referentes como la música, el cine o la novela; es que terminamos actuando de forma dramática. No solo gozamos, si no que protagonizamos escenas que dejan entrever desgracia, tragedia y sinsentido si estamos solos. En el mal amor, los enamorados se sentencian con no poder o querer vivir sin el otro. ¡En una forma de manipulación, los amantes se dicen … juntos o nada! Hoy, en amor fuerte y sin azúcar, hablamos de la fatalidad implícita en el modo amatorio, un aspecto por corregir, para tener relaciones afectivas sin coacción ni pesimismo.

El amor provoca sonrisas de placer pero no risas de burla. Algunos no admiten enamorarse por temor a que les  juzguen como débiles y ridículos   que se rinden. Pasa frecuentemente, prefieren esconder la buena nueva. 

El amor nos vuelve monotemáticos, el discurso se limita y la vida social se reduce. Por ello, los amigos y familiares, nos ven apáticos o bajo sedación. El estado de amor debe ser admitido, declarado y administrado.

Hay que sacar el amor de la alcoba! El amor no se reduce a las parejas y la sexualidad. El amor tiene forma de servicio, cuidado, necesidad y a veces se extravía en apego.

Más allá de lo que creemos o esperamos, el amor puede ser incluso algo menor a lo planeado. La euforia y sensualidad del enamoramiento se va a pique si o sí. No dejes que te tome por sorpresa. Contemplar la posibilidad de que el amor merme, se acondicione, establezca o normalice; depende del uso de la razón en donde solo pones sensación y sentimiento. ¡Razonamórate!