Increíble como terminamos siendo nosotros mismos, nuestros mayores obstáculos para sanar, crecer, transformarnos y expandirnos.
Al final, lo que encontramos difícil en el camino no es la pérdida, los comentarios de los demás, el vacío, las heridas, los recuerdos ni los bloqueos. Nos encontramos a nosotros mismos, con historias a medias, palabras prestadas, miedos ajenos y propios que congelan y que se fijan como arena movediza en el camino más importante: la vida.
Mi invitación de hoy es que nos propongamos quitarnos a nosotros mismos de nuestro camino. Que invitemos a las partes de nosotros que tienen miedo a contarnos su historia y así, encontrar en ellas trampolines y no abismos.