Entrevista de Jorge Boccanera *
Galardonada con el premio Juan Rulfo de Literatura Iberoamericana y del Caribe, la obra poética de Olga Orozco es un homenaje al misterio. A sus libros últimos, Con esta boca en este mundo y También la luz es un abismo (1995), se acaban de sumar las compilaciones Eclipses y fulgores y Relámpagos de lo invisible.
Jardinera de los abismos, hechicera de la memoria, tejedora de visiones crueles, la poeta argentina cuida en el terreno de los sueños un Museo Salvaje, un descampado donde pastan viento y silencio. En esa piel de éste último deja sus inscripciones escritas con ácidos, con lágrimas, a la vista de todos los ciegos. Su obsesión es un interrogante que asoma desde su primer libro Desde lejos (1946) y hoy continúa interrogando: ¡cómo nombrar en este mundo con esta sola boca?”.
Su poesía es un extenso collar de preguntas, al frotarlo aparece el relato de una pesadilla que es la misma y es otra: una niña abre los ojos en medio de una cacería, sin tiempo a nada corre tanteando las ruinas de otro sueño, una sombra le pisa los talones; es imperioso que atraviese una puerta, salte un muro, encuentre un talismán, una clave. Aunque nada es posible, en medio de esa búsqueda se escribe el poema que surge finalmente a modo de conjuro.
—En su poesía asoma un miedo infantil; también en Federico García Lorca es fuerte ese temor.
—Creo que son resabios de infancia, sí, son las cosas de la memoria que viene conmigo como si fuera actual. Yo tengo cosas muy infantiles y mis miedos son a veces muy infantiles.
—En esos espacios pareciera no haber tierra firme, usted dice: “mi casa que nunca termina de llegar” y “escribo como quien hace un lugar para vivir”
—Ese era un juego de la infancia que teníamos con mi hermana; el viajar en la casa por las noches; entonces, a través de todas las lecturas –Julio Verne, los relatos de piratas que leíamos- se apagaban las luces a la una de la mañana y para nosotras la casa se ponía en movimiento, empezaba a andar y nos llenábamos una tras otra de miedo porque atravesábamos tempestades, pozos, témpanos de hielo que se nos venían encima.
—¿Se refiere a su hermana Yola?
—Sí, éramos seis hermanos pero a dos no los conocí, dos chiquitas que fallecieron antes de que yo naciera; luego un hermano varón que murió a los 19 años, y la hermana mayor que me llevaba diez años murió cuando yo era bastante joven. Yola y yo teníamos edades muy cercanas, compartíamos los juegos, las fiestas, las mismas cosas.
Entrevista completa: https://literariedad.co/2018/07/08/entrevista-olga-orozco/