Mientras que se viva en la gracia de Dios, la edad no cuenta. En definitiva, lo importante es el encanto interior de cada uno. Esto me recuerda la historia de Rita y Consuelo, dos buenas amigas de los tiempos de estudiante de este tío Julio. Al enviudar, Consuelo quiso "borrar" todo su pasado, y buscar nuevamente la juventud en la cirugía plástica. Así descubrió que, al igual que con las cuatro estaciones del año, el invierno de la vida es inevitable que llegue. Lo importante es mantenerse joven en la fe.