Cuando el mundo piensa en Dios, normalmente hay un enfoque preeminente en sus cualidades que nos afectan directamente. Se piensa por ejemplo en su misericordia, en su perdón y su castigo. También en su amor -aunque a veces se malentienda-, y muchas veces en su ira.
El mundo asume que conoce a Dios. Pero lo cierto es que muchas veces hay puntos ciegos importantes en la visión que tenemos de él.