Nos aproximamos al fin de 2021, y como es costumbre en nuestro portal, hicimos un balance de lo que fue el año en materia bioecónomica.

El 2021 fue año particular, como también lo había sido el año 2020. Comenzó con fuertes restricciones motivadas por la pandemia de Coronavirus, pero poco a poco y a medida que los gobiernos fueron eliminando los bloqueos, el mundo inició un lento camino hacía recuperar la normalidad.

Con ello también, volvieron las inversiones y las buenas noticias en el mundo de la bioeconomía.

Intenté en este monologo, hacer una breve síntesis de lo más importante que aconteció durante el año en materia de bioeconomía.

No fue fácil realizar este resumen. Pasaron muchas cosas a lo largo del 2021 y la mayoría de ellas positivas. La bioeconomía ya está instalada con fuerza en la agenda global. Y eso es un buen motivo para celebrar.

Más del 30% de los alimentos que se producen cada año no son consumidos. Esto representa una cifra de aproximadamente unos 100 millones de toneladas. Semejante cifra, no solo parece inmoral en un mundo que demanda comida, sino que además provoca un severo daño al ambiente.

Darle una segunda oportunidad a los desperdicios es el leitmotiv de la economía circular. Cuando aplicamos este enfoque en desperdicios de productos orgánicos, como los alimentos, decimos que estamos en presencia de la 'bioeconomía circular'.

Pero si el desperdicio es un alimento y de alguna manera, se vuelve a convertir en alimento, podemos asegurar que estamos haciendo algo realmente bueno para la sostenibilidad ambiental y social del planeta.

Esto es justamente lo que se han propuesto Julien Laurencon y Francois Nolet, dos jóvenes emprendedores que han encontrado la forma sostenible de convertir los desperdicios del procesamiento de la papa para producir un alimento rico en nutrientes para la nutrición ganadera. ¿Cómo lo hacen? Con la ayuda de unos insectos llamados 'Moscas Soldado Negra'.

Su empresa, Procens, está levantando una planta industrial en la localidad de Balcarce y ha despertado el interés de un gigante como McCain.

Para conocer los detalles de este curioso emprendimiento, invitamos a BioEconomía TV a Julien, quien resultó ser un simpático personaje que derrocha entusiasmo y simpatía. Pero eso no quita que tenga los pies sobre la tierra. Deja en claro que su objetivo es crecer con su negocio bajo la premisa de lograr el triple impacto: social, ambiental y económico. Escuchalo, ¡Vale la pena!

En mayo del año pasado, la filial argentina del semillero Nuseed presentó la carinata, un cultivo de enorme relevancia en el ámbito de la bioeconomía y la sustentabilidad de la agricultura.

La carinata es una oleaginosa libre de organismos genéticamente modificados que contiene un alto contenido de aceite, superior al 45%, que presenta una alta concentración de ácido erúsico, lo que impide que sea comestible para los humanos.

Esta característica llevó a la ICAO, el organismo que regula las normativas internacionales en la aviación comercial, considere al aceite de carinata como materia prima elegible para la elaboración biocombustibles de segunda generación ubicándolo al mismo nivel que los aceites vegetales provenientes de residuos o desechos. Con la aviación comercial asumiendo el ambicioso compromiso de reducción sus emisiones a la mitad para 2050 respecto a los niveles de 2005 y con la restricción que no se pueden superar las emisiones de 2019 en ningún momento, la carinata se ha convertido en un cultivo de enormes perspectivas de futuro. Sumado a que la extracción de la carinata tiene como coproducto harina proteica no OGM, de gran demanda para la nutrición animal, sobre todo en los paises europeos.

Nuseed exporta la totalidad de la carinata que se produce en el país, a través de un acuerdo de suministro con Saipol, el mayor productor de biocombustibles de Europa.

Para los productores agropecuarios, la carinata puede servir como un cultivo de servicio de alto valor, que encaja perfecto en los sistemas de rotación para una agricultura sustentable.

A poco menos de un año y medio desde el lanzamiento de Carinata, Nuseed presentó la primera semilla de carinata híbrida del mundo. Una nueva variedad mejorada que potencia aun más el negocio.

Invitados por el semillero, visitamos el moderno Centro Tecnológico que Nuseed inauguró hace pocos meses en Venado Tuerto. Allí tuvimos la oportunidad de ver los ensayos a campo de este nueva variedad y conversar con Jorge Motus, Gerente Regional de Sudamérica Nuseed y con Sebastián Bravo, Gerente del Negocio de Carinata. Conversamos sobre las ventajas de la semilla híbrida, el abanico de variedades que se vienen y sobre los ambiciosos planes de la compañía a futuro.

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El Sistema Chacras de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) es un programa que tiene como objetivo dar respuestas a las problemáticas del productor agropecuario.

Una de sus 10 chacras es la de 'Valor Agregado en Origen' (AVO), que tiene como propósito buscar alternativas que permitan a los productores poder minimizar los riesgos que conlleva la actividad a través de la diversificación en negocios que vayan más allá de las tranqueras de forma de estabilizar los resultados económicos de las empresas.

Esta búsqueda de alternativas se basa en detectar las tendencias de los mercados y los cambios de hábitos en los consumidores sin perder de vista el triple impacto ambiental, social y económico.

Bajo este escenario y entendiendo la clara diferencia que existe entre grado de transformación y valor agregado, los miembros de AVO organizaron un encuentro en Rosario con varias startups en los rubros de AgTech y Foodtech que están en la búsqueda de financiamiento.

La jornada comenzó por la mañana en las instalaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario y continuo por la tarde con una recorrida por las instalaciones de Indear y Bioceres, el gigante biotecnológico que surgió en plena crisis del 2001 desde un grupo de socios que buscaban crear valor, y que ha logrado convertirse en un modelo a seguir por la comunidad de emprendedores.

BioEconomía acompaño a los productores y conversó con Jorge Gambale, un productor de Mar del Plata y referente de la mesa técnica de AVO. Mirá los detalles.

Las discusiones sobre como reducir las emisiones en las distintas cadenas de valor para hacer frente al cambio climático es, sin dudas, uno de los temas más debatidos en el año. Particularmente, es el tema del momento en la agricultura.

Muchos agrónomos y científicos están apostando a sustituir los productos de síntesis en la protección y mejora de la productividad de los cultivos por otros equivalentes de origen biológico. Estos productos se denominan bioinsumos y su mercado viene creciendo año tras año de forma exponencial.

Sin embargo, existe cierta idea de que la agricultura sostenible y la utilización de bioinsumos está asociada a planteos de baja productividad alejados de los paquetes tecnológicos que existen en el mercado.

¿Es tan así? ¿Pueden convivir los bioinsumos con las últimas tecnologías de semillas? ¿Qué regulaciones aplican a los bioinsumos? ¿Cómo encajan los bioinsumos con los productos modificados genéticamente? Las respuestas a estas preguntas, y muchas más, nos las da Mariano Lattari, Referente de Gestión Ambiental en Senasa y promotor del uso de bioinsumos.

Además Mariano nos explica que el uso de bioinsumos no es un tema exclusivo del agro, sino que aplica a muchos otros sectores que también necesitan reducir sus emisiones para hacer frente al flagelo del cambio climático. Un tema central en el nuevo enfoque que propone la bioeconomía.

A partir del primer día hábil del año 2010, entró en vigencia en Argentina una reglamentación que exigía mezclar las naftas y el gasoil con 5% de etanol y biodiesel respectivamente.

Los biocombustibles trajeron enormes externalidades positivas para el País. Ahorro de divisas por menor importación de combustibles, ingreso de divisas por la exportación de biocombustibles y derivados, agregado de valor a la producción del agro, generación de empleo de calidad y muy bien remunerados en el interior productivo de Argentina y obviamente, una enorme contribución a la reducción de emisiones en el transporte.

Rápidamente, el sector se convirtió en estratégico para Argentina. La mezcla mínima de biodiesel se duplico al 10% y de forma similar, en el caso del bioetanol se llevó al 12%. El sector respondió con inversiones que superaron los U$S 3.000 millones, creando un imponente complejo de más de 50 refinerías de biocombustibles en 10 provincias.

En abril pasado, el régimen llegó a su fin. Lo lógico hubiera sido crear una nueva legislación que actualice y profundice este modelo, incorporando nuevas fuentes de biomasa para la producción de biocombustibles, así como otros biocombustibles que están teniendo un enorme crecimiento en otras partes del mundo y donde Argentina cuenta con enormes recursos, como el biometano o el biojet. Sin embargo, por iniciativa del oficialismo, nada de esto sucedió. Por el contrario, la mezcla de biodiesel se redujo a la mitad y en el caso del bioetanol, quedó en el 12% con posibilidad de que se reduzca arbitrariamente al 9%.

Las bioindustrias de Córdoba, por su enorme encadenamiento productivo de agregado de valor a la producción agrícola, se vieron fuertemente afectadas. Esto motivó a que el gobierno provincial, articulando con el sector privado, el académico y el científico, impulse una serie de iniciativas que le permitan, dentro de las posibilidades que le otorga el federalismo, desplegar todo el potencial de la provincia en bioeconomía y particularmente en biocombustibles.

Fabián López, ministro de Servicios Públicos de Córdoba, se prestó a conversar con BioEconomíaTV para contarnos los detalles de las acciones que están llevando adelante para convertir a Córdoba en clúster bioindustrial de referencia a nivel global.

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No hay dudas que el carbono es el tema del momento. Reducir las emisiones en primer lugar, y su concentración en la atmósfera es el único camino para revertir el cambio climático que tanto estrago está causando.

Los consumidores son quienes han tomado la posta y han comenzado a preocuparse por conocer cual es la huella de carbono de cada producto que consumen. Así, las empresas están obligadas a trabajar en conjunto con cada eslabón de su cadena de valor. Por su puesto esto incluye a la agricultura.

Pero además, ha representado una oportunidad para los productores agrícolas, ya que con buenas prácticas, el agro puede secuestrar carbono en el suelo, prestando un servicio ecosistémico al ambiente y pudiendo los agricultores obtener ingresos adicionales por esto. Este tema resulta de particular interés para Argentina, pues estas buenas prácticas agrícolas han sido ampliamente adoptadas por los productores del país. Sin embargo, las iniciativas son muy incipientes y hay mucha confusión al respecto.

En una acción muy oportuna, la empresa SEMA organizó un evento presencial para echar luz sobre el balance de carbono agrícola. Estuvimos allí y conversamos con Jorge Hilbert, un experto en medición de carbono y uno de los organizadores de la agenda del programa.

En la charla, repasamos los principales temas que se debatieron en este encuentro, que además, nos dio la oportunidad de reencontrarnos cara a cara con algunos de los grandes actores de la bioeconomía argentina.

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Millones de consumidores en todo el planeta están exigiendo cada vez más productos con menor huella de carbono. De forma paralela y atendiendo los reclamos de la sociedad, los gobiernos están instalando políticas para impulsar, o en algunos casos exigir la descarbonización de la economía.

De hecho, durante la primera jornada de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, la COP26, la presidenta de la Comunidad Europea, Ursula Von der Leyen, solicitó a sus pares que graven las emisiones de dióxido de carbono. Desde hace unos meses, el bloque está estudiando mecanismos para grabar las emisiones de carbono de los productos que ingresan al mercado europeo provenientes de países con legislaciones ambientales más laxas. Una muestra clara de la importancia que tiene hoy para las empresas conocer cual es la huella de carbono de sus productos o un servicios.

Obviamente, el primer paso siempre es medir correctamente, para luego plantear las estrategias de reducción y en última instancia compensación de las emisiones de carbono.

Carbon Neutral+, una startup de Rio Cuarto lanzada la semana pasado, trae una novedosa plataforma que ayuda a las empresas a medir, reducir y compensar la huella de carbono de sus actividades o productos.

Manuel Ron, un conocido emprendedor en el ámbito de la bioeconomía, co-fundador y director de Carbon Neutral+ conversó con BioEconomíaTV, donde explicó los detalles de la plataforma y como iniciarse en el camino de la medición de la huella de carbono. ¡No te lo pierdas!

En abril de este año, Cristian Desmarchelier, biólogo especializado en agregado de valor a recursos de la biodiversidad y aficionado al mercado de capitales, estuvo en BioEconomíaTV contándonos cuáles eran las empresas en el ámbito de la bioeconomía que se encontraban operando en los principales mercados bursátiles y como podíamos invertir en ellas.

La pandemia nos reforzó la idea de que es necesario redoblar los esfuerzos para acelerar la transición hacía una economía baja en carbono. Justamente lo que propone la bioeconomía.

Y con el fin del aislamiento, estamos viendo como la actividad económica global se va recuperando. Lo bueno es que se está dando más rápido de lo pensado. En las últimas semanas, hubo un boom de anuncios de inversiones, sobre todo en lo que tiene que ver con aquellas industrias que utilizan los principios de la biología.

Nos pareció que este escenario es un buen momento para retomar el tema de los mercados de capitales. Por eso hemos vuelto a convocar a Cristian Desmarchelier a BioEconomíaTV para hacer un repaso general de todo lo que está sucediendo en el mundo de las 'bio-inversiones'.

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Los viejos ingenieros solían decir que la venta de calderas era una especie de termómetro para medir el estado de situación de las industriales. "Cuando se venden calderas, es porque se están construyendo nuevas industrias", decían.

En la agroindustria, se podría trazar un paralelismo con las empresas proveedoras de tecnologías. Una de las más importantes en el sector es la compañía sueca De Smet.

Por ser Argentina y los países vecinos grandes potencias agroindustriales, De Smet cuenta con fuerte presencia en la región y historial concreción de proyectos digno de admirar.

Martín Carbonel y Patrick Adam son las caras visibles de De Smet en Argentina y pasaron por BioEconomía TV para conversar sobre la situación de la agroindustria en Argentina, en los países vecinos y el resto del mundo. Además, nos presentaron las nuevas tecnologías y los nuevos productos que están surgiendo a partir del despegue de la química verde.

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