Buenos días España, buenos días españoles, que nos escucháis desde España, desde Suiza o Pernambuco. Una vez que el jabalí socialista llegó a la tribuna del Congreso para hozar, morder, bufar y enseñar los colmillos y la babas, con su mirada vidriosa, el resto de la manada se ha animado, y los más bravos de la barra se han lanzado a imitarle, qué digo a imitarle, se trata de superar a Óscar Puente en osadía y mala sangre.
El jabalí fue jaleado y aplaudido por el gran marrano y otros han buscado el elogio, que es el preludio de la promoción. Esa es la razón de que otro diputado socialista le haya dado tres cachetes al alcalde de Madrid y que haya prometido, ese mismo diputado, arrancarle la cabeza a uno de Podemos. Ya saben, es la vieja pendiente de degradación que dibujó Thomas de Quincey en su libro de confesiones de un fumador de opio: se comienza por un asesinato que no es castigado como se debe, y se termina por faltar al respeto al padre y a la madre.