Buenos días España, españoles e hispanohablantes, Incapaz de garantizar su propia investidura, Sánchez nos ha regalado una escena de amor con Yolanda para anunciar regalos y dádivas que entretengan al público mientras el Congreso está cerrado por orden de Armengol, que abrió la legislatura y la clausuró hasta que el sultán ordene lo contrario. En este teatro que vimos ayer Yolanda anunció cosas, que es lo que más le gusta. Las anuncia siempre con prisa, incluso antes de entenderlas, antes de medir el alcance de sus palabras. No sabe lo que dice, pero se la ve feliz de ejercer el mando, y mientras mueve la melena imagina que salva el Planeta y reparte felicidad entre el pueblo de descamisados en que se va convirtiendo España.

Ahora ha parado los aviones del país, y ha dicho, y es cita literal, que el tren, que ya fue el medio de transporte del siglo XIX y parte del XX va a ser también el modo estrella de movernos en el XXI. Malas noticias para Extremadura que tiene un tren siglo XIX que llega a duras penas a Badajoz.

Cansados de mixtificaciones, bulos y mentiras, los israelíes van a poner en la red las imágenes brutas de los asaltos de la milicia de Hamás el 7 de octubre, especialmente dedicadas a los colegas de la profesión que siguen clamando por lo que llaman genocidio palestino. Así que el día viene duro, porque algunos se van a encontrar con una realidad que han negado, por la simple maniobra de mirar para otro lado, es decir, por no querer ver lo que ha sido el inicio de esta nueva guerra que seguirá hasta que el ejército israelí corte la cabeza de la hidra terrorista que se dirige desde Irán. Sí, conviene repetirlo para los que solo ven las bombas que caen sobre Gaza sin querer ver que desde ese territorio se sigue lanzando una lluvia de cohetes hacia Israel. O para los que todavía no han rectificado las acusaciones contra Israel por la bomba del hospital baptista. Historia que comenzó a declinar en cuanto Hamas y la Yihad reconocieron en sus conversaciones de teléfono que era una bomba suya, y sobre todo en el momento en que supimos que el número de muertos no pasaba de veinte, frente a los quinientos que difundieron fuentes de Gaza

Iniciemos el día con un ejercicio de memoria para rastrear la fobia izquierdista contra el judío. El izquierdismo es hoy una enfermedad infantil que ha cruzado sus genes con el islamismo, y ahí los tienen, de la mano de Hamás. Hemos visto incluso a Julio Rodríguez, que un día fue el responsable operativo de los ejércitos en España, y jefe de estado mayor de la defensa, en una manifestación a favor de los terroristas de Hamás, que es como si el general Swarzkopf o el general Petraeus hubieran entrado en el Capitolio de Whasington con banderas de palestina al grito de muerte a Israel. Por eso resulta interesante en esta hora contemplar la tradición de la izquierda en el cultivo de la fobia al judío. Es cierto que el antisemitismo es, como dicen ahora, transversal. Lo practicó Voltaire, y hasta Kant, el de la razón pura. Pero ese rescoldo ya solo brilla en la izquierda y calienta sus manifestaciones y alimenta su programa político. Circulan por la red los aspavientos de la diputada Mónica cuando la presidenta de Madrid le afea el antisemitismo que exhibe la izquierda en estos días trágicos. Hay primates más comedidos y aseados, que saben responder con indiferencia cuando un humano les señala su naturaleza. Mónica hace muecas, mueve los brazos, enseña los dientes, gruñe y se revuelve en el escaño, como si le hubieran enseñado de lejos un racimo de plátanos.

Sánchez está en un momento tragicómico porque da todo lo que se le pide mientras lleve como precio los votos que necesita el yonqui para seguir en el poder. Los camellos de la política le van a sacar hasta las pestañas con tal de seguir chutándose la heroína de la política. Si le piden el cantón de Cartagena, si le reclaman los Monegros, o la residencia de la Mareta, o el teléfono móvil de su mujer, se lo dará todo sin discutir. Ahora les ha regalado a las Yolandas y a las Iones una declaración en la que reclama que Palestina sea un estado. A pesar de que Sánchez sabe que cuando Palestina ha tenido la oportunidad de serlo, no lo ha querido. Un estado palestino, ¿ahora, Sánchez? ¿De verdad es lo que reclama el gobierno de España? ¿Están ustedes , españoles, en sintonía con esta petición? Un estado palestino, ¿en manos de quién? ¿De la autoridad palestina? ¿De los criminales de Hamás? ¿De los de la Yihad islámica que habrían tirado el cohete sobre el hospital donde Hamás guardaba un arsenal? ¿A quién le vamos a dar el estado? ¿Hay alguna institución preestatal en aquella zona que se vaya a hacer cargo de las cosas, ¿O se trata de montar un nuevo califato que tome el relevo de lo que fue el ISIS un poco más al norte, en tierras de Siria y de Iraq? ¿De qué estás hablando Sánchez?

Por méritos de la izquierda antisemita, hemos leído una carta de protesta de la embajada de Israel en España contra el gobierno español. Es la primera vez que nos leen la cartilla con tanta contundencia. Y tienen razón. Un gobierno de un país occidental, miembro de la Unión Europea, que tiene en sus filas, entre ministros y ministras y secretarias y secretarios de estado a confesos antijudíos que alimentan el odio negro de la leche ideológica que mamaron. Ministros sectarios que exigen castigos contra Israel, como si fuera el agresor y no el agredido, como si no hubieran existido las matanzas del festival de música, los degollamientos del kibutz, y los ataques indiscriminados contra la población civil. Dice la embajada que tales declaraciones son inmorales y constituyen una vergüenza. Se quedan cortos. Las palabras de la izquierda antisemita que anida en el gobierno llaman al linchamiento y al progromo, y constituyen razón suficiente para una reprobación del parlamento que la oposición por cierto no ha pedido

Han esperado unos días para exhibir el viejo antisemitismo de la izquierda. Mientras los milicianos de Hamás degollaban bebés, destripaban embarazadas, secuestraban niños, tiroteaban a familias y disparaban incluso contra médicos palestinos que asistían a las víctimas, el antisemitismo estaba silente, agazapado, a la espera de la respuesta de Israel. Ha sido comenzar la réplica contra Hamás y salir el odio al judío. Todo a la vez. Genocidio palestino, dicen. Lo que callaron cuando asesinaron a los asistentes a una fiesta musical. Lo que no dijeron cuando Hamás iba casa por casa, para meter por la ventana sus granadas. Los matan de hambre y de sed, dicen. Olvidan que Hamás utilizó los veinte millones de euros que Francia regaló para canalizar el agua en Gaza para montar sus lanzadoras de cohetes contra Israel

Sospecho que al público le ha provocado mucha más indignación y repulsa la actitud de nuestro gobierno en los asuntos de la guerra de Gaza. En primer lugar por el apoyo de la izquierda a la causa palestina, si es que alguien sabe en qué consiste esa causa. Porque una causa palestina razonable sería hoy librarse de Hamás y de Hezbollah, que son la amenaza más seria para la paz en el mundo desde el nazismo. Si, digo desde el nazismo sin temor a caer en la exageración porque las matanzas en Israel demuestran que el grado de sadismo y de crueldad de los terroristas de Hamás se puede comparar con los del nacionalsocialismo alemán. Si echar al mar a Hamás fuera causa de los palestinos, yo también la abrazaría sin dudar. Pero nuestra izquierda ha justificado esos crímenes con el pretexto de lo mal que están en Gaza los palestinos, obviando la realidad de que si los palestinos están mal se debe, en buena parte, a la corrupción de Hamás, cuyos intereses no están a favor de la población de Gaza sino de los cálculos estratégicos de Irán

Buenos días España, buenos días Españoles, a falta de una amnistía, vamos a tener dos, o al menos tendremos dos hasta que solo tengamos una. Todo en tiempos del sanchismo es un juego de creación del caos para que el ciudadano se confunda, se canse, y al final, acabe por ceder, por desistir, por entregar la pieza por razones de aburrimiento. Un qué mas me da a mi, un que hagan lo que quieran. Lo que vimos el domingo en Barcelona fue importante, relevante, pero insuficiente. Sánchez solo se va a detener ante una revuelta social, ante una calle en pie, o ante la aplicación del artículo 120 de la constitución: una acusación de alta traición impulsada por un cuarto de los diputados de la cámara y votada por la mayoría absoluta. Y no parece probable, dada la composición del parlamento

Nuestro presidente en funciones ha vuelto a decir que está contra las guerras, que es, en este caso, como hacer un llamamiento a que pongan una canción de John Lenon en la frontera con Gaza, y prendan unas velitas entre los escombros de los bombardeos, mientras se llora a los muertos, por supuesto solo a los de Gaza. Sus compañeros de gobierno, mucho más cínicos y mucho más indecentes, se quejan de la respuesta israelí, y en todos los países del occidente donde abundan los emigrados de la zona, se celebran los atentados con un obsceno entusiasmo.

La verdad molesta mucho, oyentes, cada día más. Para protegerse de la verdad, se han inventado estas cosas de la cancelación, de las sanciones, de las multas. Mientras desjudicializan el delito, judicializan la verdad. Mientras hablan del reencuentro esconden en la televisión pública la foto que Puigdemont ha colocado en su cuenta de Instagram donde ha puesto al rey Felipe cabeza abajo, el mismo rey que tendrá que firmar la amnistía, en nombre de la concordia, de la generosidad y de completar la superación de las discordias del pasado. Hacer política con la generosidad ajena es tan fácil como repartir dinero ajeno, y eso es el socialismo, el de hoy y el de todos los tiempos.