El 12 de julio de 1849, Guarenas recibía a uno de sus hijos, el Pbro. Santiago Giménez, quien regresaba a su terruño para asumir el interinato de la Parroquia.
El padre Santiago Giménez gozó del aprecio y respeto por parte de los guareneros. Sus sermones, muchas veces relacionados con la situación política y social de Venezuela, eran muy tomados en cuenta por los pueblerinos.
Debemos considerar que el Pbro. Santiago Giménez inició su interinato en Guarenas en plena guerra civil, cuando José Antonio Páez y el Partido Conservador se enfrentaban a José Tadeo Monagas y el Partido Liberal. Fueron años turbulentos, en donde los hermanos Monagas se turnaron en el poder.
El Pbro. Santiago Giménez siempre fue un referente para los guareneros durante esos años difíciles de la historia venezolana, quien transmitía la doctrina católica y las buenas enseñanzas, procurando siempre el sosiego de los feligreses.
A finales de noviembre de 1868, cae enferma una guarenera en edad adulta. El padre Santiago envía a uno de sus acólitos a casa de esta señora para verificar su estado y brindarle tranquilidad.
Recordemos que para la época no existía hospital en Guarenas, sino una junta de caridad integrada por un médico, boticario y sacerdote.
Iniciando diciembre de 1868, el padre Santiago acude a casa de la señora enferma. En su visita, el padre Santiago signó con óleo sagrado a la señora, ofreciéndole palabras para reconfortarla en su delicado estado, otorgándole la absolución de sus pecados y liberándola del reato temporal.
Al día siguiente la señora falleció, siendo velada en su casa y haciéndose el responso funerario. El padre Santiago ofició la misa funeraria, rociando el ataúd con agua bendita y encomendándola a Dios.
El domingo 6 de diciembre de 1868 el padre Santiago impartió sus últimos bautizos a los párvulos Ramón María Vargas Blanco y Juan Nepomuceno Martínez.
A la siguiente semana, el Padre Santiago estaba oficiando la Misa Tridentina en la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana. Ya para finalizar la celebración y mirando al Santísimo, el Padre Santiago pronunció las que quizás fueron sus últimas palabras: “Benedicat vos omnipotens Deus”.
Un orate había ingresado al templo y corriendo hacia el padre Santiago lo hirió mortalmente en la espalda con un puñal ante la mirada atónita de los fieles.
El Padre Santiago no logró percatarse a tiempo de tal agresión, pues como comenté estaba de espalda a los feligreses, ya que antes del Concilio Vaticano II la Santa Misa era oficiada en latín y mirando al Santísimo.
Este joven mentalmente enajenado, resultó ser hijo de la señora fallecida, quien acusaba al Padre Santiago de ser el culpable de la muerte de su madre.
Este hecho conmocionó a aquella Guarenas apacible, llenando de amargura y tristeza a sus pobladores, quienes perdieron trágicamente a aquel hombre que durante casi dos décadas los había acompañado en las más difíciles circunstancias del país.
Narración: Leonardo Muro.
Música: Obertura Egmont de Ludwig van Beethoven.
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