Acabas de tener una idea que consideras brillante. Entiendes que, por todo el conocimiento y la experiencia que has acumulado a través de los años, tienes lo necesario para poder asegurar un gran resultado, implementando esa idea. Y puede que tengas razón. Pero el gran error que comete la mayoría, al intentar llevar a la práctica sus ideas, es que no la valida correctamente. Quizás se te olvida que tu idea tendrá que ser vendida a alguien para que realmente funcione, ya sea a clientes internos (como tu supervisor o un departamento específico), o a clientes externos (como el inversionista o el consumidor final). Y para poder vender tu idea efectivamente, no sólo necesitas conocer la necesidad, sino también saber exactamente las palabras que utiliza tu cliente potencial para describir esa necesidad. Si investigas lo suficiente como para usar las palabras correctas, cerrarás muchas más ventas. Entonces sólo te quedará hacer una entrega de calidad.