Sé honesto conmigo, ¿Qué tan difícil se te hace mantener orden en tus espacios físicos? ¿Qué tan ordenado está tu clóset? ¿Qué tan ordenada está tu habitación? ¿Qué tan ordenado está el interior de tu automóvil? ¿Qué tan ordenada está tu oficina? ¿Qué tan ordenados están los archivos en tu computadora? Es importante que sepas que el desorden físico causa desorden mental. Por eso, ni siquiera te lo tengo que preguntar. Independientemente de qué tan consciente estés de esto, yo sé que ese desorden te causa estrés, te drena tu energía y, con frecuencia, te hace perder mucho de tu valioso tiempo buscando algo que se te ha perdido. Sacar el espacio para ordenar tus cosas no es una pérdida de tiempo. Todo lo contrario. No sólo te terminará ahorrando tiempo, también te reducirá el estrés, elevará tu productividad, y te permitirá usar tu energía para cosas más importantes.

¿Alguna vez has tenido una reacción tan negativa frente a una situación que no lo amerita, que hasta tú mismo te has sorprendido? Y, tanto tú, como quienes te están viendo, se preguntan “¿De dónde ha salido todo eso?”. Pues todo eso ha salido de la gran cantidad de emociones negativas que, sin darte cuenta, has permitido que se vayan acumulando dentro de ti, a través del tiempo. Y esa acumulación de tanto malestar, no sólo te mantiene sintiendo dolor constante y permanente. Sino que además, como seguro ya lo has evidenciado tú mismo, puede causar que estalles en el momento menos oportuno, y que luego te arrepientas de una reacción, que en realidad ya se escapaba de tu control. Si quieres mejorar tu estabilidad emocional, dedica el tiempo y el esfuerzo para aprender a soltar el rencor y el resentimiento de lo que ya está en tu pasado, y que no necesitas mantener en tu presente.

¿Con qué tanta frecuencia te da pereza hacer lo que sabes que tienes que hacer? Estoy seguro de que, diariamente, te hace falta la motivación para realizar ciertas actividades, y muchas veces terminas realizándolas de mala gana, o postergándolas una vez más. Todos tenemos obligaciones diarias que debemos cumplir, pero no siempre tenemos el mismo deseo de cumplirlas. La desgana frente a efectuar ciertas actividades diarias, que no son muy placenteras que digamos, es un problema muy común, que muchas veces termina provocándonos un nivel considerable de estrés, por haber dejado las cosas para última hora. Si quieres evitar todo este malestar innecesario, mantente pendiente a la próxima vez que empieces a sentir pereza. Y en el instante en el que lo identifiques, toma acción inmediata, sin pensarlo un segundo más. Verás lo fácil que es continuar una vez hayas iniciado.

¿Alguna vez te has fijado en cómo te hablas a ti mismo? Verás, todos tenemos un diálogo interno constante y permanente. Y el tono y los adjetivos que uses para describirte tanto a ti, como a tus acciones y a tus resultados, va a depender de la programación mental que has recibido y del nivel de autoestima que tengas. Pero lo más importante que debes conocer sobre el diálogo interno son las consecuencias, buenas o malas, que ha estado teniendo en tu vida, sin siquiera haberlo notado. La realidad es que tu éxito, tu felicidad, tus relaciones y todas las demás áreas importantes en tu vida van a depender, en gran medida, de tu diálogo interno. Por eso es esencial que aprendas a identificar todas las palabras negativas que te has acostumbrado a decirte a ti mismo en tu día a día, y empieces a reemplazarlas por palabras positivas, llenas de respeto, compasión, motivación, y optimismo.

Todo lo que quieras lograr en tu vida lo vas a pagar o con dinero o con tiempo. Y en la decisión de invertir uno u otro es donde muchas veces nos equivocamos. Hay tanta gente que, debido a la escasez de dinero en su vida, se opone completamente a la idea de usarlo para cualquier cosa que no considere absolutamente necesaria. Perdiendo, muchas veces, la oportunidad de generar más dinero, por no tener la mente abierta a las inversiones correctas. Irónicamente, termina gastando su tiempo y su dinero en banalidades y placeres vacíos. Lo que, a su vez, la hunde más en su escasez. Es probable que el 80% de lo que haces, y en lo que inviertes tu dinero, no te está llevando a ningún lado. Tu trabajo ahora es identificar el 20% de tus acciones y de tus inversiones que te acercarán a donde quieres ir. La inversión correcta de tiempo y de dinero es lo que cambiará tu vida.

Si estás en una relación amorosa, déjame hacerte una pregunta personal. ¿Te has detenido a pensar si estás siendo propulsado o retenido por tu pareja? La mayoría de la gente, especialmente mientras más joven es, tiende a escoger su pareja por las razones menos importantes: primeras impresiones, belleza física, popularidad, carisma… Y es por eso que, tiempo después, muchos terminan en una relación completamente disfuncional, o inexistente. Si quieres una relación feliz, armoniosa, y perdurable, necesitas escoger a tu media naranja en base a cualidades más importantes: sus valores, sus aspiraciones, su estabilidad emocional, sus intenciones contigo. Y si te quieres pasar el resto de la vida con ella, pregúntate primero “¿Seguiré disfrutando de su compañía dentro de 30 años?” Reflexiona sobre esto: La vida es muy corta para pasártela con alguien que te la viva amargando.

Mucha gente se siente víctima indefensa de sus circunstancias, de la voluntad del universo. Y, como consecuencia, para quien la ve desde fuera, es predecible que tendrá, cada cierto tiempo, esas reacciones negativas frente a momentos desagradables o difíciles, que siempre vendrán de forma inevitable. Y los que son así piensan que a todos les pasa lo mismo. Después de todo, es lógico pensar que cuando, por ejemplo, alguien es injusto contigo, o no cumple con tus expectativas, la reacción normal y automática debe ser de enfado. Pero la realidad es que, para cada circunstancia, tienes un abanico de ilimitadas opciones para elegir cómo reaccionar. Y la única razón por la que estás reaccionando de esa misma forma siempre es porque eso es lo que te has habituado a hacer. Por eso, la próxima vez que te enfrentes a tu detonante, simplemente decide reaccionar de forma distinta.

La propagación del coronavirus ha creado una crisis global que está lejos de terminarse. Todo indica que estaremos sufriendo las consecuencias por un largo tiempo. Pero detrás de toda crisis, problema, o dificultad surgen oportunidades que sólo pueden percibir aquellos que están abiertos a ellas. Si ya has tomado las medidas de precaución necesarias para que tanto tú, como tus seres queridos sean parte del noventa y tanto por ciento de la gente que no sufrirá mayores problemas de salud, te pregunto entonces ¿Qué harás ahora con el tiempo que tienes en tus manos? ¿Atormentarte por no saber lo que sucederá después? ¿Quejarte y lamentarte por la situación? ¿O aprovecharás la ocasión para reevaluar tus prioridades, y para comenzar a prestarle la debida atención a lo que realmente es más valioso en tu vida? Tu familia, tu salud, tu felicidad, tu paz mental... La decisión está en tus manos.

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¿Estás cansado de que tus acciones dependan de tu estado de ánimo? ¿De que avanzar en tus proyectos, mantener tus hábitos positivos, y hasta tener la actitud adecuada con tu familia cuando llegas a la casa, dependan de cómo te sientas en ese momento? Yo sé que estar a merced de tus emociones es muy frustrante y estresante para ti.

Déjame preguntarte, ¿Crees que trabajas mucho? Verás, no debes decidir si trabajas mucho en base a la cantidad de horas que pasas en la oficina, porque esto incluiría todas las actividades triviales que realizas a lo largo del día, que no están relacionadas con tu trabajo. Pero tampoco debes decidir si trabajas mucho en base a la cantidad total de horas que te dices a ti mismo que estás trabajando. Sólo porque una actividad está relacionada con tu trabajo, no quiere decir que sea importante realizarla. Así que para decidir si realmente trabajas mucho, lo que debes hacer es calcular la cantidad de horas que pasas realizando las actividades indispensables para acercarte a tu meta actual más importante, o realizando las actividades más valiosas relacionadas a tu puesto de trabajo. Casi todo lo demás que hagas durante el día en tus horas laborales es tiempo perdido.