Un cristiano que no ha nacido de nuevo, es como un feto en el vientre de la madre; con todos sus órganos, pero sin poder hacer nada.
Está ciego espiritualmente; no canta, no trabaja en la obra de Dios, tiene dificultades en su caminar cristiano, etc. Si hemos nacido de nuevo, hemos sido lavados de nuestros pecados y debemos alimentarnos cada día con la palabra de Dios, renunciar el pecado y servirle a Dios