Hace cuatro años, Colombia alcanzó la paz tras cincuenta años de conflicto armado. Si bien esto ha derivado en menos muertos y heridos por la violencia política y no hay nuevas consignas de guerra, la euforia y el optimismo son inexistentes. Las dudas predominan sobre el compromiso de los diferentes bandos de poner en práctica la paz acordada. El conflicto armado entre el Estado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y las guerrillas paramilitares fue largo y muy violento.
Hoy, la paz reina, pero las tensiones sociales que originaron el conflicto y la violencia política que le caracterizó, subsisten. El COVID-19 ha venido agravar la situación, desnudando las desigualdades y conflictos sociales ya existentes, al mismo tiempo que las medidas implementadas por el gobierno.