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(Aniversario de la Muerte de Celia Cruz)
El 16 de julio de 2003, «Celia dejó para siempre su lucha contra el tumor canceroso que le invadió el cerebro.... Dios fue con Celia como ella fue con el mundo. Le concedió una muerte como si fuera la bella durmiente», atestigua Omer Pardillo-Cid en su epílogo a la autobiografía de Celia Cruz titulada: Celia: Mi vida.
«Celia salió de su casa rumbo a la funeraria... escoltada por la policía de Nueva York.... En el barrio Washington Heights, en el cual la mayoría de la población es de procedencia dominicana... se extendía... una multitud, con flores en mano, llorando y tratando de tocar el carro mientras pasaba.... Lo mismo sucedió al pasar por el barrio de Harlem. De igual manera, los afroamericanos rindieron sus respetos y su propio homenaje a la diva cubana....
»Mientras tanto, en Miami todo se preparaba para recibir por última vez a su reina.... [quien] el viernes 18 arribó al Aeropuerto Internacional de Miami.... [Desde allí] su cortejo fúnebre la transportó... hasta la Torre de la Libertad.... [Las autoridades municipales determinaron que el día siguiente] el sistema de transporte público [transportaría]... a cualquier persona... hasta la Torre sin costo alguno....
»Para las tres de la tarde [del sábado] la cantidad de personas en fila para despedirse de Celia había superado las 250 mil.... Miles [no pudieron] entrar.... La cantidad de gente que se congregó [a lo largo de la calle Biscayne Boulevard para verla pasar] fue tan grande que el tráfico se paralizó por todo el centro de Miami y sus alrededores.... [En la Torre, se preparó el cadáver] para su partida final hacia Nueva York, donde sería sepultado....
»Llegó la mañana del 22, con lluvias y un fuerte calor. Sin embargo... la gente comenzó a llegar a la funeraria [neoyorquina]... desde las cinco de la madrugada y siguió de esa manera hasta las once de la noche [por orden del gobernador].... [La funeraria calculó que por sus puertas pasaron más de cien mil personas.]
»Al día siguiente... una carroza blanca tirada por un par de caballos blancos... la [transportaron]... por toda la Quinta Avenida, [donde] miles y miles de personas congregadas en las aceras... fueron testigos de la solemne marcha [a pesar de] la lluvia [que] volvió a caer... acompañada por truenos y relámpagos... hasta la Catedral de San Patricio....
»[En la homilía de la misa] se nos recordó a todos los congregados —sigue narrando Omer Pardillo— que el “azúcar” [de Celia] “quedó derretida en el café de su pueblo”.... [En el cementerio] más de diez mil personas esperaban para despedirla [en] la lluvia, [que] continuó con fuerza....
»¿Quién iba a pensar —pregunta Omer retóricamente— que esa pobre negrita, nacida en el humilde barrio de Santos Suárez [en La Habana], llegaría, al fin de su vida, a andar en una carroza tirada por caballos blancos, como si fuera un cuento de hadas, y paralizar a la capital del mundo?»1
Tal vez lo único que valga la pena añadir a este fabuloso cuento sea que, para los que hayan envidiado a Celia, el apóstol Pedro aconseja que seamos humildes y nos sometamos al poder de Dios para que, a su debido tiempo, Dios mismo nos exalte, tratándonos como a gente importante.2
Carlos Rey
Un Mensaje a la Conciencia
www.conciencia.net
4.8
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(Aniversario de la Muerte de Celia Cruz)
El 16 de julio de 2003, «Celia dejó para siempre su lucha contra el tumor canceroso que le invadió el cerebro.... Dios fue con Celia como ella fue con el mundo. Le concedió una muerte como si fuera la bella durmiente», atestigua Omer Pardillo-Cid en su epílogo a la autobiografía de Celia Cruz titulada: Celia: Mi vida.
«Celia salió de su casa rumbo a la funeraria... escoltada por la policía de Nueva York.... En el barrio Washington Heights, en el cual la mayoría de la población es de procedencia dominicana... se extendía... una multitud, con flores en mano, llorando y tratando de tocar el carro mientras pasaba.... Lo mismo sucedió al pasar por el barrio de Harlem. De igual manera, los afroamericanos rindieron sus respetos y su propio homenaje a la diva cubana....
»Mientras tanto, en Miami todo se preparaba para recibir por última vez a su reina.... [quien] el viernes 18 arribó al Aeropuerto Internacional de Miami.... [Desde allí] su cortejo fúnebre la transportó... hasta la Torre de la Libertad.... [Las autoridades municipales determinaron que el día siguiente] el sistema de transporte público [transportaría]... a cualquier persona... hasta la Torre sin costo alguno....
»Para las tres de la tarde [del sábado] la cantidad de personas en fila para despedirse de Celia había superado las 250 mil.... Miles [no pudieron] entrar.... La cantidad de gente que se congregó [a lo largo de la calle Biscayne Boulevard para verla pasar] fue tan grande que el tráfico se paralizó por todo el centro de Miami y sus alrededores.... [En la Torre, se preparó el cadáver] para su partida final hacia Nueva York, donde sería sepultado....
»Llegó la mañana del 22, con lluvias y un fuerte calor. Sin embargo... la gente comenzó a llegar a la funeraria [neoyorquina]... desde las cinco de la madrugada y siguió de esa manera hasta las once de la noche [por orden del gobernador].... [La funeraria calculó que por sus puertas pasaron más de cien mil personas.]
»Al día siguiente... una carroza blanca tirada por un par de caballos blancos... la [transportaron]... por toda la Quinta Avenida, [donde] miles y miles de personas congregadas en las aceras... fueron testigos de la solemne marcha [a pesar de] la lluvia [que] volvió a caer... acompañada por truenos y relámpagos... hasta la Catedral de San Patricio....
»[En la homilía de la misa] se nos recordó a todos los congregados —sigue narrando Omer Pardillo— que el “azúcar” [de Celia] “quedó derretida en el café de su pueblo”.... [En el cementerio] más de diez mil personas esperaban para despedirla [en] la lluvia, [que] continuó con fuerza....
»¿Quién iba a pensar —pregunta Omer retóricamente— que esa pobre negrita, nacida en el humilde barrio de Santos Suárez [en La Habana], llegaría, al fin de su vida, a andar en una carroza tirada por caballos blancos, como si fuera un cuento de hadas, y paralizar a la capital del mundo?»1
Tal vez lo único que valga la pena añadir a este fabuloso cuento sea que, para los que hayan envidiado a Celia, el apóstol Pedro aconseja que seamos humildes y nos sometamos al poder de Dios para que, a su debido tiempo, Dios mismo nos exalte, tratándonos como a gente importante.2
Carlos Rey
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