Qué vergüenza es reconocer que sentimos envidia, tanto que lo disfrazamos diciendo “pero es envidia de la buena”, qué vergüenza y cuánta impotencia. Y es que agradecer lo que tienes es difícil, pero agradecer lo que tienen los demás cuesta doble. Todos, absolutamente todos hemos sentido envidia, pero es un error, no un pecado. Corregir y no castigarte. Enfócate en ti y en la grandeza que hay en cada ser humano.