Jesús, Emmanuel; Dios con nosotros. El Rey de Gloria vino a estar tierra para darnos salvación y vida eterna. 

Hoy Jesús está con brazos abiertos para ti. Y nos recuerda que en el tenemos propósito e identidad.

No importa a qué te estés enfrentando, Dios es más grande y más fuerte; ¡Él no conoce la derrota!

Tú y yo somos llamados a ser un reflejo de Jesús en esta tierra. El es quien nos ayuda a crecer y nos lleva adelante cada día. 

Cuando permitimos que Dios influya en nuestra vida, cosas increíbles suceden. Solo al llenarnos de El, comenzaremos a influencia a este mundo caído y lleno de maldad.

Sólo Jesús te puede dar una nueva identidad, propósito y destino.  

Si quieres tener éxito en la vida, honra a tus padres, a tus abuelos, y a tus líderes que creyeron en ti y te impulsaron.

El evangelio; las buenas noticias de Jesús cambian nuestra vida. Jesús dijo que Él vino para darnos vida y vida en abundancia. Solo en Él tenemos vida y salvación. Tú y yo podemos decidir seguir a Dios y tener la fragancia de vida de Cristo en nosotros.

Donde te refugies en medio del proceso, determinará el cumplimiento de tu promesa. Lo que tú escuchas de otros te dará fe o dañará lo que crees.

Lo que hablamos importa. Nuestras palabras abren paso a leyes espirituales que pueden activar la ley del pecado o la del Espíritu de vida en Cristo. 

Hoy y cada día declaremos la Palabra de Dios, que trae vida y está llena de las promesas de Dios para nuestras vidas.

Cuidar de tus hijos es guiarlos por el camino correcto. Es tiempo de volver nuestro corazón a casa para edificarla, amarla y disfrutar vivir en familia.

Dios no nos ha prometido una vida sin problemas, pero si nos ha dicho en Su palabra que no temamos porque Él ya venció y estará con nosotros en cada momento, hasta el fin del mundo. 

Hoy llenemos nuestra vida de la Palabra de Dios, de Sus promesas y confiemos en que Dios tiene un propósito bueno para nosotros aún en medio de los valles de nuestra vida.