La religión no es sólo emoción, dicen. Y es cierto. Pero la procesión tampoco es sólo emoción. Hay que estar debajo de un capirote para saberlo, hay que experimentarlo, hay que haber llorado y rezado, y haberse sobrecogido debajo de un capirote y haber mirado desde allí adentro la propia vida para entenderlo.
También hoy son muchos los corazones inquietos que buscan el bien, la belleza, la verdad, la justicia, la paz, el amor... ¿Tiene sentido creer?