Alabadle con pandero y danza;
Alabadle con cuerdas y flautas.
Alabadle con címbalos resonantes;
Alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a Jehová.
Aleluya. Salmos 150:4-6 La danza que le damos a Dios siempre debe ser genuina y especial, ya que es una muestra de nuestra gratitud, debemos reflejar a través de ella ese gozo, paz y amor. Va más allá de lo que podemos explicar con una sola palabra, es una verdadera adoración delante de Dios.