Entre 1997 y 1999 Andrés Calamaro provocó un pequeño terremoto en el mundo de la música. Tras el final de Los Rodriguez el cantante argentino retomó su carrera en solitario con dos discos mágicos que son parte de la vida de muchas personas que nos enganchamos a sus canciones.

Cuando los jóvenes del fin de siglo dejaban de comprar discos para bajárselos de Internet, Andrés Calamaro volvió a grabar en solitario, primero con cierta prudencia en Alta Suciedad, luego de forma salvaje en Honestidad Brutal y luego sin ningún tipo de freno en El Salmón. Decenas de canciones que asentaron el legado de Andrés Calamaro como un músico diferente. Unos discos que llegaron al final de la década y del siglo marcando una época en la música en castellano.

Esta semana dedicamos el Sofá Sonoro a recordar esta fantástica etapa del músico argentino, unos años en los que grabó de forma compulsiva impulsado por una inspiración desatada. Para este viaje nos acompañan Fernando Navaror, Mon Tapias y Lucía Taboada.