Hoy encontramos en el Evangelio la curación de dos ciegos, pero a la luz del profeta Isaías, entendemos que no sólo de las enfermedades físicas nos cura Jesús, sino, sobre todo, de las enfermedades espirituales que son aquellas que pueden matarnos para la eternidad. Jesús quiere sanarnos y nosotros debemos hacer nuestra profesión de fe: "Hijo de David, ten compasión de nosotros".