Agradece a este podcast tantas horas de entretenimiento y disfruta de episodios exclusivos como éste. ¡Apóyale en iVoox! T01XE25 - Diario de una Amazona - Un Podcast de Celia Blanco para MTVRX Producciones - Déjeme que se lo demuestre, ama.
“Nunca hagas una pregunta cuya respuesta no quieras escuchar”.
Me sentó regu ver que me llamaba.
¿Ahora?
¿Ahora quieres que te la ponga dura?
Pero es lo que tiene ser la que te brinda la posibilidad de tener el tipo de sexualidad que demandes. Toda yo tengo precio. Enterita. Y, menos follar, que aún se me hace muy cuesta arriba, soy capaz de hacerte lo que quieras.
Lo que quieras.
A mí, los que pagan por ese servicio (10€ más al mes) pueden llamarme cuando ellos quieran. Sus demandas siempre se cumplen. Tengo la suerte de que me respetan mucho. Son sumisos, les gusto sanota.
Pero aquella tarde, después de todo lo que me había pasado, no tenía el coño pa ruidos. Pero los suyos sí debía atenderlos.
— “Podemos hablar, ama”— en un escueto mensaje sobre las cinco y veinte de la tarde de un jueves cualquiera después de mandar un mail a tu banco.
— ¿Todo bien?— Siempre, primero, que sepa que me intereso por él— Cuando quieras. ¿Qué te apetece esta tarde?
—Quiero que me veas desnudarme, masturbarme y, mientras, me digas lo que te provoco. Quiero saber qué remuevo en ti.
Uy, qué putada.
Lo mejor de mi trabajo es que se conforman con satisfacer su ansiedad, masturbándose con mi voz, con mis tetas, con mi vulva… Depende de lo que paguen acceden a uno u otro contenido.
SI lo único que no vendo son mis orgasmos. Esos los brindo a quienes se lo ganan y, sinceramente, son poquísimos quienes lo logran.
Mi socio dice que necesitamos porno chupándola. Y a cuatro patas. Quiere que grite cuando me corro.
Genial… ¿Con quién?
Yo ya he asumido que soy actriz porno, que no puedo usar mi propio nombre porque otra lo fue antes que yo,pero que doy mucho juego para cualquiera que me necesite en su programa de televisión, de radio o de cromos. Todos sabemos que lo hago todo. Todo.
Bibian Norai, magnífica productora, directora y actriz dice que se viene al Cabo y pensamos en algo.
Y yo solo quiero saber, de verdad, si pagarían por ver cómo me deshago, cómo me derrito, cómo me corro…
Que yo soy muy exagerada.
—Quiero que me pongas caliente, masturbarme, que lo veas y que me explique qué sientes.
Tadeo sabía muy bien lo que quería de mí. Y yo estoy para satisfacer, no para juzgar, si acaso, para aprender.
Pasamos al Zoom inmediatamente.
Estaba ojeroso. Parecía que el trabajo no le había dejado tregua, no sabía si había viajado, no sabía si había tenido muchas clases, no sabía si había solucionado lo del consultor que, mira tú, se había largado justo cuando tenían ese pedazo de proyecto. “Me cago en mi estampa” tenía escrito en la frente.
A mí me emocionó.
—¿Qué quieres, Tadeo? Estoy aquí para que hagas lo que yo quiera, recuerda.
— Sí, ama. Quiero postrarme a tus pies. Adorarte y darte placer.
—¿Tú? ¿Darme placer tú? Para eso tendrás que ser muy bueno, Tadeo. Y no te recuerdo el mejor.
—Déjeme que se lo demuestre, ama. Su placer me alimenta. Su delirio me enloquece. Sus gritos certifican que soy bueno y aspiro a ser el mejor.
Me habría gustado decirle que yo también lo necesitaba, pero aquel señor pagaba porque yo fuera su ama. Y no soy barata.
El sumiso era de los de pasta. Había elegido el formato Premium. Podría reclamar ver lo que quisiera. Es decir, podía pedirme que me desnudara para él aunque yo fuera la ama.
El suplemento de+ 450(desnuda) se paga.
Si yo le he puesto precio a todo. ¿No les gusto tanto? Y miren que me veo normalita…
Pero sé que quieren verme desnuda. Tienen ganas ¿eh? Por eso, cuando me ducho, siempre de noche, después me grabo echándome el aceite. Estoy desnuda, me unto. Me entretengo con mis pechos, los aprieto, los acaricio, intento chuparlos. Ojalá me los chupen la próxima vez que me follen…
Porque, ¿querrían follar conmigo? ¿Por qué? ¿Qué expectativas ponen en mí, que solo soy una mujer de 51 años que hace equilibrios para no dejarse caer. A mí me dinamitaron la vida. No por dejarme.
Por seguir conmigo cuando no me deseaban.
Eso escuece.
A cambio, me desnudo.
Y dejo que me llamen.
Videollamada.
Al otro lado, él.
Cincuenta y muchos…
Pelo blanco y negro.
Guapo.
Alto.
Quiere preguntarme cosas.
—¿Cómo te gusta follar con mujeres?
—Despacio. Con ellas me gusta despacio. Que empecemos besándonos.
—¿Cómo son tus besos?
— Lentos. Me gusta arroparte con la lengua, mordisquear los labios que me besan. Decirte que me toques las tetas al mismo tiempo…
— Y me la pondrás muy dura.
— Claro. Claro que te la pondré.
— ¿Harás porno?
La pregunta me desconcertó. Pero contesto a todo lo que me preguntan. Tengo ese defecto.
—Ya lo hago. Sexteo con una persona a la que le mando cerdadas. Y le pregunto qué quiere ver y trato de mandárselo.
—¿Qué tiene él para conseguir que se lo mandes? A nadie más le mandas eso.
—Me excita. Me pone cachonda. Saca esa parte mía de desbocada. Podría hacer con él lo que quisiera en la cama.
— ¿Por qué con otros no? -- Preguntó no de muy buenos modos—
—Porque otros son vulgares. Irrelevantes.
— Yo no lo soy.
Me callé. Me quedé pensando. Sabía perfectamente qué parte de él me chirriaba y me alejaba de desearlo por muy guapo que fuera.
Y estaba segura de que si follábamos lo íbamos a pasar en grande. Pero no. No me ponía.
¿La elegancia personificada no estaba a mi altura?
¿O es que yo no quería ese sexo que parecía encantarle?
Si yo era su ama, podía obligarlo.
— Quiero que me digas qué placer sería el súmmum para ti como sumiso. Quiero que me lo describas.
—Quiero que me ordenes que te lo coma. Postrarme a tus pies. Abrir tus piernas y meter la cabeza para pasar la lengua. Comértelo entero.
Aquello me encantaba.
Creo que fue lo que me animó. Que lo dijera tan claro.
—Imagina que estoy delante de ti. Quiero que me lo comas y quiero que me describas cómo vas a hacerlo.
—Ama, abriré tus piernas. Separaré las rodillas para que no puedas cerrarlas mientras estás sentada en la silla roja de hierro, la que te gusta tanto en la terraza. Tú mirarás el horizonte, el mar, escucharás las olas y yo abriré tus piernas.
—Están ya abiertas— Conforme lo dijo, me senté en la silla roja de hierro que tengo en la terraza y abrí las piernas mirando al mar.
—Meto la cabeza y saco la lengua. Repaso con ella todo el trámite desde el ano hasta el clítoris.
Con el dedo me repasé por dónde él dijo.
—Me entretengo en el clítoris por que es lo que más te gusta. Sentir mi lengua en la puntita, en el lugar exacto de tu clítoris que te da latigazo.
Mi dedo tocaba el epicentro de mi placer mientras leía.
— Te meto dos dedos. Esto te gusta más. Te meto dos dedos y hago como si te llamara desde dentro, para tocar esa parte rugosa que tienes pegada al pubis que te derrite. Te lamo y meto los dedos dentaros. Te chupo y te follo a la vez.
—-¡Más!¡Paga tributo y dame más!
— Lo quiero todo. Van 150€ para Verse y 150 para Bizum.
En cuanto vi el ingreso di el ok y me llamó.
Hicimos, como siempre, videollamada.
Estaba guapo el cabrón. Con ese jersey de pico verde agua. Con esa camisa blanca debajo. Con sus gafas, su barbita blanca y negra, su tripita de no ser ya tan flaco como a los 40. Estaba guapo, el cabrón.
— Quiero comértelo de verdad. Que pueda sentir en mi lengua a lo que sabes.
—Yo quiero que te agarres la polla con la mano y empieces, suavemente, a tocártela. Porque te la toco desde lejos.
—Yo quiero que me cuentes cómo se lo comes a una mujer porque me impresionaría vértelo hacer.
—Yo a ellas las desnudo… Las acaricio primero. Repaso cada uno de sus pliegues para saber quiénes son. Me gustan con las piernas duras y largas… Con las tetas como sea, me gustan todas, quiero chuparles las tetas, lo primero.
—Yo quiero verlo.
— Y pasar el dedo entre sus piernas. Para saber si están húmedas o necesitamos más tiempo.
Querré comérselo muy pronto, porque no tengo paciencia. Porque quiero olerlas y comerlas. Meteré los dedos por el agujero, para acariciarla por dentro. Para buscar los pliegues en los que más le guste. Para saber cómo hacer para que yo le guste. Porque yo no quiero que me olviden. Es mi obsesión.
—Yo no podría olvidarte.
—No, tú no. Porque te obligo a que me lo comas. Y a que veas cómo se lo como a ella, mira: meto la lengua en su vulva y voy directa al clítoris, que repaso abiéndole las piernas con las manos porque sé que lo que más nos gusta es que nos obliguen a comérnoslo.
—Por eso quieres que te abra yo.
—Por eso quiero que te mueras por comérmelo.
—Yo ya me muero. Lo quiero.
— MI sexo lésbico es despacito, para recrearme en ella. Lamo su clítoris, meto mis dedos por su agujero, lamo, lamo, lamo, chupo y como todo a la vez. Me deleito con cómo sabe porque sabe a ella que es preciosa, que me gusta, que la quiero.
—Mi comida de coño son lentas hasta que te pones nerviosa y me pides que acelere y, entonces, tengo que chupar más deprisa.
— Sí. Más deprisa.. Así un poco más deprisa. Quiero que le des. Quiero que me lo comas. Quiero que me metas los dedos y llames hacia ti para buscar ese pliegue que me derrite…
Me clava la mirada detrás de sus gafas. Sé que la tiene durísima.
—¿Cómo de dura la tienes?
—Te diría esa frase tan tuya, “como el cerrojo de un penal”.
—Quiero que me digas cuánto te excito..
— Todo, Tana. Me excitas todo.
Excitar es lo que más me gusta. Es lo que quiero. Me encanta que un excompañeros de la tele me diga que me imagina chupádosela y que lo vuelvo loco.
A mí me puedes hablar así. Por eso. Soy quien soy, la que quiere saberlo.
Nos mirábamos hundiéndonos en las pupilas ajenas de aquella comunicación. Me da igual que hables conmigo como sea, lo que quiero es que me hables. Me he acostumbrado a que este el medio sea irrelevante si lo promueve el deseo.
Necesito que me deseen.
Quiero ser deseada.
Me estaban comiendo el coño y nos hemos ido. Quise que pusiera la cámara para ver, de verdad, su polla. Su polla mientras se la machacaba. La agarraba con fuerza, estaba enhiesta, la zambombeaba a su antojo.
Yo tenía el móvil directo a mi coño.
Con los dedos, me restregaba el clítoris. Los humedecía y me los restregaba.
Viéndolo a él, masturbarse por mí.
—¡Cómemelo, sumiso!
— Por supuesto mi ama.
Lamo ese clítoris que está tan rojo, tan hinchado. Separo con las manos los labios para que sea mi lengua la que lame todo eso.
Escucharlo me volvía loca, me hacía poderosa, clavaba mis manos en mi clítoris, las chupaba y volvía a darle… Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Mi sumiso calló en mi corrida…
Respiró hondo, pude escucharlo.
Y tardó en hablar.
—Pido permiso, ama para correrme yo también.
Y aquí saqué mi lado más pervertido que no perverso.
— NI lo sueñes. Quédate con toda esa, aguántala. Y, mañana, o pasado, si quieres correrte, paga más y ven hasta el Cabo a correrte en mi cara….
Me encanta la mujer en la que me estoy convirtiendo, señoras. Me encanta que no me importe una mierda a quien besa quien yo ya no quiero. Me encanta mandar fotos de mis tetas a quien elijo, de mi coño a quien quiero que se lo coma.
Soy una amazona.
Y va a dar igual lo que hagas. No podrás… No podrás conmigo, maldito mediocre de mierda.
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