El mejor padre
El precio del trabajo intensose paga en la familia por el abandono de los padres. Vivir para trabajar otrabajar para vivir, ese es el dilema.
Al llegar a suscincuenta años, un hombre le contaba a un amigo: —Quise darles a mis hijos lascosas que yo nunca tuve. Entonces comencé a trabajar catorce horas diarias. Nohabía para mí sábados ni domingos; creía que tomar vacaciones era una locura oun sacrilegio. Trabajaba día y noche. Mi único fin era el dinero y no me parabaen nada para conseguirlo porque deseaba darles a mis hijos lo que yo nuncatuve.
—¿Ylo lograste? —intervino curioso el amigo.
—Claroque sí —contestó el hombre—. Yo nunca tuve un padre agobiado, hosco, siempre demal humor, preocupado, lleno de angustias y ansiedades, sin tiempo para jugarconmigo y entenderme. Ese es el padre que yo les di a mis hijos. Ahora ellostienen lo que yo nunca tuve1.