Beto descubre que hay dos seres oscuros que se saben sus notas musicales. Theodoric revela un indicio escalofriante sobre esas notas. Por otro lado, una médium quiere ayudar a Antonia a averiguar qué le sucedió a Beto.

Aída, la mejor amiga de Beto, va a la Catedral para pedir que Beto regrese; un peligro infernal la acecha de cerca. Y mientras, Antonia busca ayuda de un criminal… sí, de un criminal.

Beto es torturado por un dolor lacerante que le quema el estómago, el mismo que sufren los espectros por falta de alimento. Antonia y Aída juegan a la ouija… ¿qué energía escalofriante se hace presente?

Desde el más allá, Beto escucha llorar a Aída, quien está aterrada por lo sucedido con la ouija. Una tentación maligna se siembra en Beto. Y en la carretera a Catemaco… terror en su máxima expresión.

Dos destinos sangrientos en el Imperio Otomano, y un pacto de sangre entre una mujer y un espectro malévolo. Acontecimientos ocurridos… hace quinientos años.

Una verdad perniciosa y tirana sobre Magdur sale al descubierto debido a la inteligencia de Beto.  Y en un hospital, el peor horror de Antonia se hace realidad.

Semillas infernales gestadas en la Santa Inquisición. La confesión escalofriante de una católica ante un sacerdote. Y una venganza de ultratumba… los eslabones se van completando.

Magdur quiere que Beto pague la deuda que tiene con él: le encomienda una diabólica misión. Por otro lado, la derrota y desesperanza manipulan a Antonia cruelmente.

Oscuros sucesos de hace quinientos años golpean a Antonia. Y mientras, Beto, para salvar a su mamá, hace un peligroso pacto con Magdur, pero pone en peligro a alguien más.

Un amiga visita a Antonia, se ofrece para ayudarla, sin imaginar el siniestro peligro al que se enfrentan. Magdur hace revelaciones muy dolorosas a Beto… ocurridas en el año 1645 d. C.