En este episodio de “La cara oculta de la Historia”, la afamada historiadora Margarita Torres nos relata la batalla de Simancas, la segunda más importante que lucharon las tropas cristianas contra los musulmanes que se habían apoderado de la península ibérica.
En esta legendaria batalla, se enfrentaron la coalición cristiana liderada por el rey de León, Ramiro II, y los musulmanes asentados en Córdoba del califa Abderramán III, en los muros de la ciudad de Simancas, en el año 939.
El califa omeya, para acabar de una vez por todas con el reino leonés, concibió entonces un proyecto gigantesco, al que denominó gazat al-kudra, Campaña del Supremo Poder o de la Omnipotencia. Reunió un gran ejército a la llamada a la yihad. Consiguió reunir un gran ejército de unos 100.000 efectivos, compuesto por mercenarios andalusíes, militares profesionales, tribus bereberes, soldados de las provincias militarizadas (yunds), contingentes de las Marcas y un buen número de voluntarios.
Por su parte, el rey leonés reunió a sus propias tropas, incluidas las de los condes castellanos Fernán González y Ansur Fernández, y a las tropas del reino de Pamplona de García Sánchez I.
El enfrentamiento, muy violento, comenzó el 6 de agosto y concluyó con la grave derrota califal cuatro días después.
Las crónicas cristianas cuentan que se apareció el Apóstol Santiago a lomos de un caballo blanco, así como San Millán. Y además, según relatan las crónicas, tanto árabes como cristianas, hubo un eclipse de sol unos días antes de la batalla.
Los musulmanes sufrieron unas 3.000 bajas, aunque también fueron cuantiosas las de los vencedores. El propio Abderramán III estuvo cerca de ser capturado y tuvo que huir del campo de batalla, dejando atrás su cota de malla de oro y su famoso Corán personal.
Parte del ejército musulmán, en su apresurada retirada, fue perseguido por los leoneses, dándoles alcance en la zona del barranco de Cortos, siendo de nuevo derrotado por las tropas del Reino de León.
Como resultado, la línea de repoblación del reino de León avanzó hasta el río Tormes, rebasando el límite del río Duero, pudiendo ocupar las ciudades de Salamanca y Ledesma
Más que por la ganancia territorial de los reinos cristianos, esta batalla tiene sobre todo un gran valor simbólico al ser la primera gran victoria que se consigue contra al-Ándalus, tanto que tuvo amplia repercusión en el resto de Europa.
En agradecimiento por la intervención del apóstol Santiago en la batalla, el rey Ramiro II de León mandó realizar la Cruz de Peñalba.
Margarita, excelente comunicadora, nos hace disfrutar con sus relatos de pasajes desconocidos, curiosos y misteriosos de la Historia, explicados con sinigual maestría. Un verdadero privilegio contar con esta mujer tan extraordinaria en todos los aspectos, reconocida internacionalmente.