Muchos enseñan hoy que tener a Dios en su vida es una garantía para la vida de que todo va a marchar bien; un seguro contra los problemas, el dolor y el sufrimiento. Y a muchos nos gustaría creer esto…
Jesús, en esa última Cena les anuncia a sus discípulos que si lo siguen van a tener dificultades y sufrimientos, que van a experimentar lo mismo que él.
Y esto se debe a que en el mundo hay una lucha constante entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira, entre la honestidad y la corrupción. Y el cristiano se verá enfrentado a esto.
Y si el discípulo no quiere adaptarse a la injusticia y el mal, tendrá que luchar contra la corriente y esto a menudo implica un costo, habrá un precio que pagar.
Jesús es honesto con sus discípulos, no les promete una vida triunfalista en este mundo, pero si le da una promesa a la que deben aferrarse.