“Prohibido rendirse”. Es una frase que Manuel Escribano lleva en una pulsera de silicona que se puso el sábado pasado para torear en la Maestranza. Y ese lema propio de un legionario romano lo llevó a cabo en el albero de Sevilla. Pero sin una coraza, ni un casco, ni un escudo. Simplemente con su capote y su muleta, sus banderillas y su espada. A máxima entrega. A puro hierro, como él mismo dice.

El torero sevillano de Gerena fue herido por el primer toro de la tarde y, tras pasar a la enfermería para ser operado de urgencia, salió hora y media después a lidiar el sexto victorino y conquistó las dos orejas. Uno de los instantes más emocionantes y memorables de esta Feria de Abril. 

El torero sevillano fue capaz de trascender su propia humanidad para lograr la metafísica del héroe más clásico. Ese héroe que entronca con las grandes figuras de la poesía homérica, como Odiseo, Agamenón o Aquiles: “Nunca había vivido nada igual”, asegura el propio torero.

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