Como la clásica canción infantil, la diputada no pudo reconocer a su “marido” que venía de la guerra y ahora se encuentra en un dilema quizás de los más grandes que enfrenta, Revolución Democrática, el Frente Amplio y el Gobierno. Una noticia que no se resuelve o no en su legalidad, sino más bien en el encuadre de una forma de tratar lo público que golpea en la línea de flotación de una generación que pasa de impugnadora a impugnada.
Y ahí pagan justos por pecadores.