Conoce un poco la historia del Halloween y el día de los muertos.

Si mi paz cual un río es aqui mi porción, si es cual las olas del mar; cualquiera mi suerte, es ya mi canción: Está bien, con mi alma está bien.

Mujeres, en algún momento todas hemos sentido esa punzada de impotencia: cuando las circunstancias nos superan, cuando los planes se derrumban o cuando el dolor parece no tener salida. Hoy quiero hablarles desde el corazón y desde la Palabra sobre cómo transformar esa impotencia en un camino de fe.

En el relato de la oveja perdida, esta era tan valiosa para el Pastor que dejó todas las otras mientras la buscaba. Y cuando la encontró, celebró. Lucas 15:1-7.

Asi como una lámpara necesito estar conectada a la fuente. Nosotros necesitamos permanecer en Jesús y su Palabra, estamos conectados a la fuente de vida: Cristo. Él dijo: En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

Muchas veces buscamos alejarnos de Dios por muchas situaciones, pero Dios todo lo ve y todo lo sabe. Él quiere lo mejor para nosotros, es un Padre bueno y cuida de cada uno de sus hijos. Diversas situaciones nos dan vergüenza, nos molestan, nos dan miedo. En otros momentos preferirnos ocultarlas de Dios.

La compasión de Jesús no fue un mero sentimentalismo que se quedó en lamentos y buenos deeos hacia aquellos a quienes quería ayudar, sino que fue un principio que lo movió a la acción, aun a veces a costa de sufrir riesgos, amenazas y persecuciones por intentar ayudar. Su compasión fue auténtica y valiente.

Nuestra esperanza en Dios vale la pena. Él traerá un tiempo sin más "invierno", sin dolor ni angustia. Apoc 21:4. Hasta entonces, confesemos: Mi esperanza está en ti.

En el libro de Proverbios capitulo 15 encontramos muchos consejos sabios respecto a cómo responder ante las criticas, disputas o diferencias. Por ejemplo: La blanda resputa quita la ira. El que tarda en airarse apacigua la rencilla. Que podamos cada día aprender a controlar nuestra lengua.

La constancia no significa perfección, ni que nunca fallamos o dudamos. Significa permanecer, incluso cuando no sentimos fuerzas, cuando no vemos respuestas inmediatas o cuando el camino se vuelve incierto. La constancia nace no de nuestras emociones, sino de una fe firme en el carácter de Dios.